jueves, 6 de diciembre de 2018

VERTICALIDAD


El aspecto verticalidad merece tratarlo con cierto detenimiento, bajo una perspectiva integral y no sólo geométrica.

Alcanzar la verticalidad no consiste en poner la espalda derecha y los hombros hacia atrás con la frente alta. Ni mucho menos, todo lo contrario, esta vieja forma estereotipada se distancia del concepto que quiero trasladar en esta ocasión.

Los antiguos maestros iban mucho más allá de la forma. La verticalidad física pasaba desde rectificar el sacro, enderezándolo de forma natural, alineando la espalda y el cuello hasta la misma coronilla, de tal manera que pareciera querer pintar con el “pincel” coronario en la cúpula del cielo. Otra imagen que funciona muy bien y que atrapan rápidamente los alumnos es la de imaginarse colgados del cielo por la coronilla, todo lo demás está suspendido libre y naturalmente.

Esto conlleva una serie de aspectos no menos importantes, por ejemplo, el pecho debe estar relajado y levemente hundido, pero no la espalda, sólo el pecho; los hombros deben estar caídos y bajos; el mentón debe estar recogido y suavemente inclinado hacia la tierra, para que de esta forma la coronilla pueda apuntar hacia el cielo.

En verdad esta figura nos recuerda la posición de un monje o maestro en actitud de recogimiento meditativo, de la que emanan profunda paz, autoridad, respeto y humildad.

La esencia de esta verticalidad no es otra que la que posee la llama de una vela, la verticalidad natural de los árboles. Como ocurre con el aire caliente, lo superior dimana de un estado energético más elevado, por lo tanto es más liviano y se expande, siendo más ligero, tendiendo a subir verticalmente.

De la misma manera, la llama interior y la energía del Qi, deben encontrar el camino ya alineado para poder llegar hasta la coronilla desde el sacro. La finalidad de la verticalidad del cuerpo físico no queda en este plano, sirve de armazón donde se apoya la energía interior para su elevación. Ésta a su vez, forma la estructura más idónea sobre la que se desarrolla la emoción para poder elevarse y sobre ésta la energía mental se alza como la llama de una vela.

Ser verticales significa trascender lo horizontal, lo plano, lo cotidiano, significa elevarse sobre uno mismo, transmutarse hacia una naturaleza de más alta vibración. No es necesario renunciar a lo horizontal, sino simplemente desapegarse de ello para poder emprender el vuelo hacia lo superior sin que nada en este mundo nos ate.

Todo es un sistema que empieza en el físico y verticaliza todos los planos del ser humano. Desde una perspectiva integradora podemos observar la llama humana vertical y serena, irradiando plenitud, energía y luz.

Por todo ello, es tan importante alcanzar la verticalidad dentro del mundo del Tai Chi Chuan y de la vida en general.

domingo, 25 de noviembre de 2018

ENRAIZAMIENTO

Este aspecto es un clásico del Tai Chi Chuan y del Qi Gong. Por enraizamiento se entiende el estado en el que la Madre Tierra y tú, sois Uno.

Todos sabemos de los circuitos energéticos que recorren el cuerpo.  La acupuntura trabaja con ellos para restablecer la salud. De todos ellos hay uno de vital importancia que comienza en la planta de los pies, y muchos de ellos finalizan o terminan en los laterales de las uñas. El enraizamiento consiste en desarrollar una conexión de esos canales con la Tierra.

Con la práctica y un adecuado entrenamiento, basados en una correcta respiración, se consigue despertar esa conexión a través de las plantas de los pies, de tal modo que progresivamente se va estimulando la conectividad de esos canales energéticos, desarrollándose en profundidad y fortaleza, diversificándose y  adentrándose en la Tierra, a modo de raíces, pero en este caso, no físicas, sino raíces energéticas.

Cuando se ha conseguido un enraizamiento adecuado, se siente la fuerza de una montaña y uno se vuelve prácticamente inamovible. Los pies no pisan simplemente el suelo, sino que parecen como si se expandieran para abrazar mejor la Tierra, abriendo los canales para que la energía comience a fluir en ambas direcciones.

La esencia del enraizamiento es la de establecer enlace sólido con nuestro “hogar”, la Tierra. Física, energética, emocional y mentalmente provenimos de ella y a ella volveremos. La fuerza telúrica actúa en el practicante de Tai Chi Chuan como un resorte de amplificación de la energía proyectada hacia ella desde nuestro Dantien.

Cuando se medita en ello, se descubre que uno mismo y la Tierra, son lo mismo, que no existen diferencias significativas, simplemente parte del material de la Tierra se ha reagrupado temporalmente para forjar ese sueño que es el milagro de la vida individual manifestada, hasta que ese sueño se diluya.

El enraizamiento es el reconocimiento de esa unidad, no sólo a nivel mental, sino también a nivel emocional y energético. Representa la comunión con la fuerza telúrica de la Madre Tierra, la identificación con ella.

Enraizar significa buscar tus cimientos, aquello que es inamovible. El árbol se basa en la raíz para crecer. Debemos buscar nuestras raíces, nuestra esencia original y crecer desde ella. Cuando una persona basa sus raíces en opiniones, fácilmente viene el huracán de la vida para tumbarla. Deberíamos ir más allá de las opiniones, ahondar y buscar lo que existe en lo más profundo nuestro.

En esta búsqueda se debe de tener mucho cuidado, porque buscamos las raíces y tal vez lo que hallemos no concuerde con nuestras expectativas. No busques lo que te gustaría encontrar. Hay que desplegar una cierta valentía porque no sabes lo que puedes hallar. Siendo sinceros es como únicamente se puede crecer, porque en esa sinceridad está la garantía de tu imparcialidad. Sólo si encuentras tus raíces podrás crecer.

Aprende la técnica del enraizamiento y úsala, jamás te sentirás solo, percibirás la fuerza de la Madre a través de ti.

Descubre y desarrolla tus verdaderas raíces.

domingo, 18 de noviembre de 2018

PLENITUD Y VACÍO

En verdad, resulta algo complicado para las mentes occidentales acercarnos a la comprensión plena de estos dos aspectos que aunque parecen antagónicos, se necesitan uno al otro para poder recrear la Danza del Tao: la plenitud y la vacuidad, lo lleno y lo vacío. 

Todo tiene su Tai Chi, su Esencia. En este mundo manifestado y mesurable todo es relativo y lo que es grande para unos patrones, es chico para otros, lo que está lleno para unos, está vacío para otros.

Se dice que algo tiene naturaleza Yang cuando exhibe con fuerza su esencia, cuando brilla como el sol y muestra su verdadera naturaleza con energía.

Cuando algo tiene naturaleza Yin exterioriza con suavidad y sutilidad su esencia, brilla con luz reflejada y muestra su verdadera naturaleza receptiva con apacibilidad y entrega.

En Tai Chi Chuan frecuentemente se hace referencia a lo lleno y lo vacío. Por ejemplo, cuando cargamos más peso en una pierna que en otra, se suele decir que esa pierna se encuentra más llena que la otra, que participa más de la esencia Yang.

Con respecto a la respiración, se dice que su fase Yang corresponde a cuando expiramos y proyectamos el aliento, y su fase Yin a cuando inspiramos. Pero todo depende desde dónde observemos. Si nos posicionamos fuera del cuerpo, Yang es cuando se proyecta el aire hacia el exterior y se puede percibir su empuje. Sin embargo, visto desde dentro, el Dantien se encuentra vacío, se encuentra Yin, al no contener la esencia del Qi del aire. Esto significa que cuando se expira, realizamos Yang al exterior y Yin en el interior.

De la misma manera sucede cuando inspiramos, cogemos aire de fuera y ejecutamos Yin, pero dentro el efecto es de Yang, puesto que el Dantien se vuelve pleno.

La energía, cuando es plena, sale y se expande, como los rayos del sol. Sin embargo, cuando está en vacío, está expectante, se recoge y sólo recibe otras energías. Dar tiene naturaleza de plenitud; recibir es dinámica de vacío.

En todos los planos podemos mostrar plenitud o vacío, depende de lo entrenado que estemos y del entorno que nos rodee.

Un ejemplo nos vendría bien, si sabemos o tenemos mucha experiencia en algo, tendemos a dar consejos, de mostrar nuestro aspecto Yang, sin embargo, hay momentos en los que a pesar de nuestro bagaje lo mejor es callar y simplemente acompañar a la persona, en resumen, de mostrar nuestro aspecto Yin. Es necesario estar prestos para identificar claramente las situaciones.

Por lo tanto, hay que tener precaución porque a veces nuestra actitud Yang de plenitud, de dar, no encaja con el estado de los otros. Cuando nuestro Yang no está en consonancia con el momento de los demás, ya sea porque no estén Yin, se encuentren cerrados, o bien se encuentren Yang, no debiéramos mostrar nuestra plenitud, ya que en este caso estaríamos imponiendo en vez de dando. Hay que vigilar el estado en el que se encuentra nuestro receptor y estar bien atento a su aspecto. Existe un delicado puente entre dar e imponer, precaución.

De la misma manera, hay que estrechar la vigilancia para reconocer que un Yin receptor encaja con la naturaleza de un Yang que ofrece. De lo contrario, esta naturaleza Yin estaría quitando lo que ningún Yang le da, estaría hurtando lo que no le están ofreciendo. No es lo mismo recibir que apoderarse.

Por ello es extremadamente necesario ser conscientes de la naturaleza plena o vacía de las personas con las que nos relacionamos, para poder encajar nuestro vacío con su plenitud y nuestra plenitud con su vacío.

Obviamente, tenemos que dominar nuestras emociones y pensamientos para poder cambiar nuestro estado en función del entorno. Si nuestras emociones quieren dar, hay que examinar si es el momento de hacerlo, ya que tal vez no sea aconsejable. De la misma manera, si nos sentimos vacíos y deseamos recibir, tener presente la naturaleza de quien tenemos cerca, porque tal vez no sea el momento adecuado para recibir y debamos llenarnos de nosotros mismos, en vez de exigir lo que nadie nos está ofreciendo.

Para que todo esto funcione armónicamente, hemos de estar atentos y vacíos para poder percibir el estado de los demás. Si nos mostramos siempre pletóricos nuestra energía saliente nos cegará y no permitirá que percibamos lo que ocurre fuera.

Por lo tanto se deduce que tenemos que poseer la capacidad de plenitud, en todos los aspectos y planos posibles, pero hemos de mantenernos silentes. Hay que estar llenos de vitalidad, energía, amor, conocimientos, pero el saber cuándo mostrarlos es de suma importancia.

Quien nada tiene, nada puede dar. Llénate y prepárate. Domina lo que muestras en cada momento. Percibe el sutil hilo de la vida para saber encajar tu actitud en cada instante, sin perturbar la armonía natural de las cosas, del entorno.

Sé pleno pero permanece vacío para percibir. Sólo tú controlas lo que sale de ti y cuándo es el momento.

Distingue a primera vista los aspectos que manifiesta el mundo externo. Aprende qué es Yang y qué es Yin, qué está pleno y qué está vacío.

Interioriza estas naturalezas hasta verlas claramente.

Vive internamente en la Plenitud del Yang.

Permanece externamente en el Vacío del Yin.

Tú decides qué mostrar.

domingo, 11 de noviembre de 2018

EL EQUILIBRIO

Este concepto es sutil y fino, como un hilo de seda; es transparente y difícil de apresar, tanto es así, que muchos pasan por esta vida sin conocer su naturaleza ni poder experimentarla desde dentro.

Para verla hay que mirar a través de lo visible y contactar directamente con el centro, con el eje, con lo invisible.

Se puede hablar del equilibrio a nivel físico, energético, emocional o mental. Todos parecen diferentes pues tratan con elementos de diversa índole y naturaleza, pero tras ese velo de aparente diferencia se esconde la misma esencia, la misma realidad, la misma ley. Busquémosla.

En la práctica del Tai Chi Chuan, lo primero que se enseña es a conseguir y mantener el equilibrio físico, en primera instancia, estático y posteriormente a través del movimiento continuo. Depende de algunos factores entre los que cabe destacar la fortaleza y la elasticidad de los tendones.

El equilibrio físico se encuentra en no hacer ni mucho ni poco, lo justo para no ejercer fuerza y mantener todos los opuestos ajustados en la mínima tensión y sentidos opuestos: lo de arriba con lo de abajo, lo de delante con lo de atrás, lo de fuera con lo de dentro, lo de un lado con el otro. Crear la balanza con tu propio cuerpo para que no caiga hacia ningún lado, mantenerla como suspendida del cielo.

Equilibrar el brazo izquierdo con la pierna derecha, la cabeza con el sacro, la coronilla con el mentón, así con todo, toma conciencia de cada parte por separado y luego de todo el conjunto, tómate tu tiempo, es necesario despertar esa sutil sensación integral del equilibrio.

Dentro del mundo energético encontraremos el equilibrio a través del no esfuerzo, de la suavidad, de la fluidez y la continuidad, respiración ajustada a esfuerzo y coordinada con la intención del movimiento, proyectándola a través de las manos y dedos y recepcionándola en el Dantien.

En el plano emocional el equilibrio se logra ajustando los opuestos en naturaleza y potencia, a través de la libertad y la disciplina, el amor y el desapego, la confianza y la precaución, cultivando sendos opuestos de forma equilibrada y pareja, para que la balanza no se incline en sentido alguno.

En el plano mental podemos hablar del equilibrio cuando trabajamos la mente a través del conocimiento, el aprendizaje y la memoria, mediante la concentración, y también cuando descansamos la mente a través del olvido, el desprendimiento, la intuición y el vacío, mediante la observación.

Como se dijo al principio, se trata de trabajar diferentes elementos en los sentidos opuestos. Multitud de planos, misma ley.

Cuando todo se entrena en un todo conjunto, aparece la chispa divina del equilibrio más sutil, llamado también del espíritu.

Entonces, haciendo nada, se hace todo, con lo mínimo se llega a lo máximo. La conciencia se abre a la comprensión de frases como éstas.

La maravilla del Tai Chi Chuan va más allá, no sólo es la obtención de este equilibrio, sino la constante búsqueda de ese escurridizo equilibrio mientras estamos en movimiento, en cambio continuo, lo que altera constantemente el centro sobre el que crear el equilibrio.

Este es un desafío como hay pocos en el mundo. Es la vida misma. Cuando estamos sentados cómodamente o erguidos, es fácil encontrar el equilibrio, pero si tenemos que subir por una montaña o surfear una ola, eso ya es otra cosa.

La vida nos pide el equilibrio del Tai Chi Chuan, saber encontrar la armonía y la estabilidad a través de los problemas, de los retos para poder reencontrar en todo momento nuestro centro, a pesar de los cambios.

La búsqueda ha de hacerse hacia el interior para poder hallar ese equilibrio y afianzarlo, hasta sentirlo en lo más profundo de nuestro ser. Cuando lo hayamos conseguido lo volvemos a perder a conciencia para poder entrenar la búsqueda una y otra vez. En cada repetición se ha de encontrar el equilibrio en menos tiempo, cada entrenamiento debe acortar el periodo necesario para obtenerlo. Lo siguiente es dejarlo de buscar con la mente y buscarlo atrayendo la sensación que acompaña al equilibrio cada vez que lo realizamos. Esto sí que es importante, dejar de pensar y aprehender el sentido resueltamente.

Cuando esto se está logrando en cierto grado, hay que conseguir no perderlo con el cambio constante, con lentitud al principio, pero de forma fluida. Aquí aparece un nuevo problema: la reubicación permanente de nuestro centro de gravedad y por lo tanto, de todos los elementos que rodean a ese centro, pies, brazos, cabeza…. Ideas, sentimientos, energías…

Si esto parece difícil, lo es aún más el mantener ese equilibrio en el tiempo, pues requiere de una atención constante hacia el interior, de tal forma que nunca abandonemos la sensación interna del equilibrio, a pesar del cambio.

Conservar la atención interna es la verdadera dificultad, pues la mente normalmente la tenemos poco educada y es inestable, la atención se va constantemente a los pensamientos, no a la realidad de la sensación del equilibrio.

Cuida tu equilibrio como el don más preciado, custódialo. Lo que tú eres se encuentra en tu centro y en tu centro yace el equilibrio, luego tú eres tu equilibrio, sin él pierdes tu identidad.

domingo, 4 de noviembre de 2018

EL PENSAMIENTO


Es de crucial trascendencia comprender este aspecto a entrenar, ya que representa uno de los problemas más habituales a la hora de la práctica del Tai Chi, y de la vida en general.

En este trabajo y en este escenario en el que nos estamos manejado, podemos asimilar los pensamientos a las elucubraciones mentales que realizamos sobre lo que percibimos, ya sean objetos materiales, energéticos, emocionales o mentales.

Los pensamientos se dan en la mente, pero deben ser educados, como las emociones, para que, en vez de interferir, nos ayuden a conseguir nuestros objetivos. Los grandes maestros han dicho que la mente bien educada es el mejor aliado, de lo contrario, se convierte en el peor de tus enemigos, porque conoce todas tus debilidades y las ataca constantemente.

Los pensamientos vienen a la luz de la conciencia como una serie de diálogos internos, soliloquios que justifican sólo aquellos aspectos de la realidad que quieren justificar, en función de sus gustos y hábitos, ven lo que quieren ver y no la realidad misma, sólo capturan un mapa subjetivo de ella. Eso es lo que muestran a la conciencia, un borrador, un croquis, un plano, un mapa de lo que Es, de la realidad. Lo más triste es que nuestra conciencia se cree sin dudar, todo lo que proviene de los pensamientos, como si fueran la realidad misma, y no una distorsión, una simple interpretación de ella.

La conciencia percibe lo que hay sobre el cristal de la mente antes de lo que hay detrás de él.  Un ejemplo vendría muy bien. Cuando conducimos y el parabrisas del coche está limpio, no lo percibimos, ya que deja pasar la luz de todo lo que hay detrás, deja ver todo lo que existe fuera del coche, no interfiere, es transparente. Cuando el parabrisas está sucio o está lloviendo copiosamente, a la conciencia le cuesta enfocar la realidad externa y con frecuencia se fija en lo que hay sobre el parabrisas. De nosotros depende enfocar el parabrisas o enfocar más allá, nosotros decidimos siempre dónde poner nuestra conciencia.

En la vida ocurre lo mismo, siempre podemos elegir entre enfocar nuestra conciencia a los pensamientos o más allá. La mayoría de las personas deciden quedarse contemplando sus pensamientos de forma habitual, así es normal que se estrellen ya que no ven la realidad de lo que les rodea. Es necesario mirar más allá del cristal, más allá de los pensamientos, hasta ver clara y nítidamente la carretera, la vida.

Como antes se dijo, con los pensamientos no cabe la lucha, no cabe el diálogo. Dialogar con los pensamientos es un engaño, ¡el diálogo es su arma!, usar pensamientos para combatir pensamientos no sirve. Como ya se apuntó antes, la estrategia que ha de usarse es la de cambiar la atención a otra realidad. No luches, sustituye la acción, enfoca más allá.

Un elemento que juega un factor importante en este proceso es el que se ha mencionado en el capítulo anterior de la emoción. Cuando no hay paz, cuando sólo existen conflictos, la mente no cesa de crear pensamientos para solucionarlos. Si la emoción ya está pacificada, es mucho más fácil el camino. Se puede hablar de la emoción como del terreno en el que se hunden los cimientos del edificio donde se crean los pensamientos. Si la emoción es inestable y conflictiva, la mente genera muchos pensamientos.

La utilidad de los pensamientos estriba en aprender, planificar, buscar soluciones entre otras actividades de carácter evolutivo. Fuera de esto no debería tener cabida en la mente, no tiene sentido. Actualmente estamos en una fase de aprendizaje del uso de la mente. Al no conocerla, no la podemos dominar, por ello hacemos un uso inapropiado de ella, generando innumerables pensamientos que no sirven para nada. Esto marca nuestro plan evolutivo actual: capacitar nuestra mente para que deje de “jugar”, de mirar “su ombligo” y observe el universo y sus leyes, para poder convivir en él en perfecta simbiosis, como hace el resto de seres, en plena armonía.

Si necesitáramos un ejemplo, podríamos relacionarlo al uso que dan las aves de sus alas cuando son polluelos. Al principio, lo único que hacen es batirlas, no las usan para lo que son, no alzan el vuelo. Nosotros estamos igualmente batiendo nuestros pensamientos en el aire de la mente, pero sin volar todavía, no sabemos darle su verdadera finalidad. Cuando maduremos usaremos los pensamientos para volar en el cielo de la mente, superando los obstáculos y dificultades que encontremos, para aprender, no para entretenernos.

En verdad, si se reflexiona un poco en la palabra entretenimiento se puede percibir un sentido de distracción: entretener, entre – tener, que es lo mismo: tener la conciencia entre una cosa y la otra, entre un objeto y el otro, entre un pensamiento y otro. La conciencia está constantemente vapuleada, es capturada y apresada, va como una pelota de aquí para allá. ¡Así se nos va el tiempo! Y después nos quejamos de no tenerlo en la cantidad suficiente… y para qué, ¿para volver a entretener nuestra conciencia en vez de despertarla?

Pensar constantemente es como pretender usar a toda costa los pies hasta cuando estamos durmiendo. ¡No hay necesidad de estar siempre pensando! Cuando se usan los pensamientos para tareas que yo llamo de “ocio”, para entretener a la conciencia y distraerla de la realidad, nos estamos perdiendo la vida misma. Perdemos el tiempo y los pensamientos se hacen los dueños de la conciencia, ésta finalmente se cree que su naturaleza es la de los pensamientos pues es el espejo en que se mira constantemente.

Aquí es cuando hay que actuar.

¡No somos pensamientos, somos Conciencia!

¿Pensamientos? Si, por supuesto, pero ocupando su debido lugar, no más.

domingo, 14 de octubre de 2018

LA EMOCIÓN

Cuando se practica Tai Chi Chuan es de gran importancia conocer, comprender y gestionar este elemento, ya que transmite en los movimientos la serenidad necesaria para recrear la belleza y percibir lo sutil.

Es conocido que el entrenamiento de movimientos lentos y fluidos no lo es todo, se debe pacificar la emoción. Muchas personas entienden que la emoción es natural y no se puede forzar, por lo tanto, no se puede cambiar. Por otro lado, sabemos por las numerosas enseñanzas de los antiguos maestros, y su redescubrimiento por la psicología actual, que la emoción se puede educar.

Forzar no es educar, ni educar supone forzar nada. Todo consiste en encauzar adecuadamente lo que brota de forma natural del corazón.

Para pacificar la emoción, se han de resolver primero los conflictos internos. Las dificultades siempre van a estar presentes, pero la forma en que nos afecten puede ser modificada. Los problemas son dificultades no resueltas, depende de nuestra actitud ante ellas para poder pacificar la emoción.

Los accidentes del terreno, como un río o una montaña son sólo eso: un accidente geográfico, no más. La cuestión es que muchas personas hacen de los “accidentes” de la vida un problema, porque no saben tratar con ellos, creen que no disponen de recursos para gestionarlos.  No han despertado aún la capacitación suficiente para abordarlos, y por esta razón (la opinión de incapacidad que tienen de ellos mismos) es por la que se crean un conflicto interno injustificado y fantasma, puesto que se apoya en una base errónea: creer que no pueden hacer nada, entregarse al sentimiento de impotencia.

Existen varias vías para conseguir eliminar o al menos minimizar los conflictos internos y poder pacificar la emoción, aquí solo voy a exponer algunos.

Aceptar de corazón lo que ocurra, lo que habíamos planificado sobre la vida es pura fantasía irreal, es querer imponer a la existencia del universo nuestras elucubraciones mentales de simples seres humanos limitados y mortales. Alguien dijo que la vida es lo que te va ocurriendo mientas la estas planificando.

Aceptar no significa cruzarnos de brazos, a eso se le llama derrotismo, abatimiento. Primero aceptas lo que ocurre, si no es así, es imposible poder definir unas pautas que te permitan ver qué recursos tienes para afrontarlo. Aceptas y luego ves qué puedes hacer con lo que tienes, con tus capacidades.

Para aceptar de corazón lo que ocurra primero es necesario cultivar el desapego, el dejar ir lo que no forma parte de ti, lo que no es tuyo y la vida nos ha prestado temporalmente. El verdadero amor va íntimamente ligado al desapego. Cuando el amor desemboca en apego, hemos de estar seguros de que lo que más nos interesa en este mundo somos nosotros mismos, lo que más nos importa es nuestro sufrimiento ante la idea de que podríamos perderlo, y eso está muy lejos del verdadero objetivo del amor que es el bien de lo amado. Cuando sabemos unir desapego y amor, eliminamos buena parte de los conflictos internos.

El otro elemento para poder aceptar lo que sucede es cultivar la confianza, el entregarse libremente a lo que la vida nos tenga preparada, porque, en el fondo de nosotros mismos, algo nos dice que todo será para bien. El problema estriba en que creemos que sabemos, pero como esa premisa es falsa, sufrimos por ello cuando no entendemos de qué va la vida, cuando no comprendemos los sucesos que nos ocurren o que ocurren a otros.

En vez de practicar la confianza en el sistema universal donde todo encaja, porfiamos, queriendo saber más que la propia vida, atribuyéndonos una sabiduría inexistente. Es ridículo. Es como pretender que nuestra limitada conciencia, conocimientos, juicios, pudieran mejorar lo que la vida tiene preparado a cada uno en cada momento, olvidándonos que todo tiene una causa y unos efectos naturales, todo en este universo tiene su “padre” y su “madre” y viene a dar a luz en el momento oportuno. Cuando el “hijo” nacido no nos gusta, queremos eliminarlo, desearíamos que la naturaleza hubiese “abortado” ya que ese hijo no encaja con nuestros planes. Así es como actuamos en la mayoría de los casos. No ser consciente de las causas no significa que no existan.

Cuando entras por primera vez dentro de una gran fábrica industrial, con multitud de personas, maquinarias, ordenadores, vehículos, etc., todo moviéndose en un aparente caos, sin poder reconocer un sentido de las cosas que ves, sin entender nada, te encuentras perdido, no sabes por qué sucede todo lo que percibes, ni en qué orden, no comprendes cómo están enlazadas las diferentes fases, lo que va antes, lo que va después, las dependencias que existen entre las diferentes partes, las interrelaciones que hay entre todos los elementos. Te encuentras literalmente perdido, extraviado, desconcertado, te reconoces ignorante del proceso que estás viendo.

Pues si esto ocurre con una “simple” factoría humana, cómo se puede tener la pretensión de comprender esa otra “factoría de la realidad” que es el universo en todos sus aspectos, los ya conocidos y los aún por conocer. En verdad, es gran atrevimiento juzgar lo que no se conoce. Por lo tanto, dad la bienvenida al presente, a lo que ocurra, al aquí y ahora, pues es lo más natural, es el “hijo” de la vida que ha nacido, no reniegues de él porque no sabes nada de los entresijos del universo, acepta humildemente tu ignorancia y no rechaces lo que ocurre, ¡ábrete!, ¡no te cierres!

Cuando uno interioriza esta serie de realidades, comienza a fluir con la vida, a confiar en que pase lo que pase, es lo mejor, aunque nuestra pequeñez sufra por no poder entenderlo, por no poder abarcarlo ni justificarlo. Somos limitados y así hemos de reconocernos.

Ya, con la aceptación natural del aquí y del ahora, a través del desapego en una mano y de la confianza en la vida en la otra, hemos dado un salto gigante en la obtención de la emoción pacificada.
 
Aquí no ha habido manipulación en los sentimientos, sencillamente educación.

Ahora germinará la Paz y la Belleza que te permitirán transmutar tus evoluciones del Tai Chi Chuan en el Arte del Cambio y de la Transformación.

Ya eres suave y fluido por fuera y por dentro, ya has limado las aristas de tu interior. Te has convertido conscientemente en parte de la Naturaleza, fluyendo con ella, no en contra de ella.

martes, 9 de octubre de 2018

LA RESPIRACIÓN

La respiración es uno de los aspectos más invisibles de todos para la mayoría de las personas. Esto se debe a la falta de consciencia que tenemos sobre ella, a la poca atención que le dedicamos. Es la gran desconocida.

Puede parecer que al decir que debemos aprender a respirar nos sobrevenga la risa irónica que denota ignorancia sobre el tema: “¿acaso no sabemos respirar? hubiéramos muerto ya si no supiéramos.”

Respirar, respiramos, pero deja mucho que desear la calidad de la respiración, no sabemos sacarle partido, la usamos de forma superficial y normalmente entrecortada. Casi siempre respiramos con el tórax.

En este sencillo artículo no vamos a detallar las técnicas de respiración, para eso ya hay numerosas fuentes en las que consultar. Vamos a intentar trascenderlas para que nos ayude y colabore en la transformación interior.

Es interesante observar la respiración de forma natural, libre de estrés, deseos, expectativas, temores o rencores. Cuando en la respiración trabaja el diafragma, relajándose y expandiéndose hacia abajo, trasmitimos un masaje interno a los órganos que se encuentran debajo, simplemente por presión.

Cuando se lleva a cabo este masaje al hígado, al estómago, al bazo, al páncreas, al intestino delgado y al grueso sobreviene un maravilloso estado de bienestar general que, en algunos casos en los que se acumula grandes tensiones, revierte en somnolencia por relajación, no por sueño.

Al principio no se debe provocar una respiración profunda, hay que ir calmándola poco a poco, como a un bebé que está agitado y llora. Cuando está aquietada, ya se puede dar paulatinamente la profundidad necesaria.

Percibe tu propia respiración como si fuera el movimiento de las olas del mar, cuando llega la ola expiras, cuando retrocede, inspiras. Así continuamente. Tú eres la naturaleza. El ritmo sereno y a la vez enérgico, no se da solamente en las olas, sino también en tus ciclos respiratorios. Participa conscientemente de tu naturaleza, identifícate con el mar.

Cuando ya dominas estos pasos previos, el uso que se puede hacer es variadísimo. Nosotros vamos a trabajar el aspecto de la transformación interior.

Para ello vamos a fijar el objeto de nuestra concentración en la mente con claridad y nitidez, y en el corazón con amor. Podríamos coger, por ejemplo, la Paz. Previamente y con la ayuda de la respiración, el cuerpo se ha quedado relajado, “abierto” y “poroso”, no hay escudos, no hay temores, no hay retos, está Yin, listo para recibir. Tu cuerpo se abre, se relaja profundamente.

En la inspiración definimos claramente la Paz con la mente y con el corazón sentimos profundo amor hacia la Paz. Con la expiración, introducimos esta experiencia en nuestras fibras más profundas, la hundimos en nuestro cuerpo, la condensamos en nuestros huesos, nos identificamos plenamente, como si ya formara parte de nuestra naturaleza, de nuestro ADN. Con cada respiración nos volvemos más “paz”, nos vamos transformando internamente.

Con la práctica continuada seremos uno con la Paz.

Volver a vivir el proceso hasta que se consiga la naturalidad adecuada y la profundidad necesaria del estado al que nos hemos transmutado.

lunes, 1 de octubre de 2018

LA VOLUNTAD

Se podría definir de manera sencilla como una especie de concentración, pero no solamente a nivel mental, sino más global, una concentración de la acción en su conjunto, integral, que implica utilizar todos los recursos disponibles para la obtención de una meta.

Este aspecto es capaz de desarrollar todos los demás. Es tan importante comprender la esencia invisible de esta variedad de concentración que llamo voluntad, que sin esta aprehensión interna, es prácticamente imposible conseguir nada.

Es complicado establecer unas nociones comunes a través de simples palabras que no llegan a expresar el alma y la esencia de la voluntad. Por este motivo, usaré metáforas y ejemplos afines en otras áreas más asequibles y específicas, donde el margen de mal interpretación sea menor, aunque nunca llegará a ser nulo. Obviemos las etiquetas, una vez que se aprese el sentido de su esencia, cada uno le puede dar la que desee. El frasco no hace cambiar el contenido.

Lo que coloquialmente denominamos voluntad pasa por ser un alto grado de deseo, del querer. Solemos hablar de fuerza de voluntad y por ello entendemos fuerza de empeño para conseguir algo que no tenemos. Voluntad es focalizar la acción en una dirección.

¿Se puede entrenar la voluntad? Inicialmente puede parecer que no, puesto que al ser el motor que empuja todo, si no lo tenemos desde principio, no podríamos usarla ni siquiera para entrenar. Nadie nos puede imponer que la tengamos, pero sí pueden provocar que la hagamos aparecer. Entonces, ¿a qué esperar el estímulo externo para hacerla nacer?

Usamos la voluntad para finalizar unos estudios, conseguir un trabajo, superar una dificultad, etc. Es usando la pequeña voluntad humana, que se aprende a desarrollar su verdadero poder. No nace por imposición, sino por convencimiento interno, va desde dentro hacia fuera.

Luego, en última instancia, vemos que sí se puede educar y hacer crecer.

La verdadera Voluntad tiene tintes de impulso, de bravura, de coraje, pero no se queda aquí. Se lanza a conseguir lo que no tiene, lo que no ve, lo que aún no es. Saca de la zona de confort y lleva a terrenos desconocidos. Su antítesis es la pereza y el conformismo.

También tiene el aroma de la perseverancia, de la resolución, de la firmeza y de la constancia.

Cuando dirige a la mente y a la emoción, como un conjunto indisoluble, se realiza la maravilla de la creación.

La Voluntad usa de la disciplina, sobrevive al tiempo, a las dificultades, a la ignorancia, lo traspasa todo para conseguir su finalidad.

La mayoría de los seres humanos aún no la hemos despertado en su verdadera dimensión, tenemos voluntades pequeñas que se suelen torcer con el primer revés de la vida. La real Voluntad yace dormida en lo más profundo de nuestra esencia y una vez que se activa nada puede desviarla.

Más que entrenarla, lo que cabe es despertarla y fortalecerla comenzando desde nuestra pequeña voluntad humana. Cuando decidimos poner en marcha la voluntad hemos de hacerlo invocando la armonía con el resto de seres, no debiéramos caer en la tiranía de imponer nuestra voluntad al resto del mundo, rompiendo los planes y esquemas que ya estén en curso para otras partes del universo, debemos evitar chocar con otras voluntades puestas en acción, es necesario encontrar la sintonía y la armonía con las de los demás.

Una vez sincronizada nuestra voluntad con la vida, deberíamos vivir la realidad de que ya no hay vuelta atrás, las demás opciones desaparecieron, tu vida ya ha cambiado y no volverá a ser la misma, sin apego a lo anterior, libérate con la fuerza de saber que lo vas a conseguir con toda seguridad, porque ahora ya estás usando la fuerza del universo en armonía con el resto de seres.

La Voluntad funciona como un imán que alinea todo nuestro ser en pos del objetivo que hay tras ella.

Al no poderse imponer a nadie que tenga voluntad, la labor consiste en hacerla surgir de forma natural desde dentro. De no ser así, estaríamos intentando obtener una imagen holográfica de la voluntad a través de elementos como la disciplina. Es muy diferente que la disciplina tire inicialmente para invocar el nacimiento de la verdadera reina, la Voluntad, a que ésta tire de la disciplina para poder cumplir su objetivo. Lo primero puede sucumbir, lo segundo tiene el éxito asegurado.

Quien se acerca al mundo del Tai Chi Chuan, normalmente no lo hace por voluntad, sino por probar. Si algo de este maravilloso mundo le llega a tocar su fibra interna, entonces se impone una disciplina de horario y esfuerzo. Como esto por sí solo tampoco es válido, necesita echar mano del aspecto perseverancia y constancia en el tiempo. Si se profundiza lo necesario con estos elementos es posible despertar alguna vez la verdadera Voluntad.

En el universo del Tai Chi Chuan, los movimientos y proyecciones se realizan por pura voluntad. La realidad consiste en desarrollar la intención hacia todo aquello que se hace, tanto lanzando el Qi, como esquivándolo, ya sea alzándolo, girándolo o hundiéndolo. Todo se ejecuta acoplando la Voluntad a la esencia de cada momento, unificándolo en un todo armónico y sin fisuras. Voluntad en recrear la Esencia. Nada se hace por rutina, nunca se realiza por cumplir con el patrón de movimientos del estilo que practiquemos.

Antes, se podría decir que la práctica de este Arte era un pasatiempo, ahora ya no, porque la Voluntad lo ha atravesado por completo y lo ha alineado todo, desde el cuerpo, la respiración, las emociones, la mente, su forma de vida, de conexión con los demás, de alimentarse, de descansar, etc.. Todo está imantado por la Voluntad..

La Voluntad y la verdadera Aspiración van de la mano. Busca tu Anhelo dentro de ti, haz silencio y deja de oír lo que te dicen desde fuera, deja de oír también lo que tus pensamientos te dicen, sigue sólo a tu Conciencia. Mantén silencio hasta que aparezca la Aspiración de tu vida, refulgente como un sol que da sentido a tu existencia.

Cuando se atisba la real naturaleza de la esencia de la Voluntad, percibimos que tiene una fuerza más allá de lo humanamente comprensible.

Esa fuerza, cuando la enfocamos mediante la adecuada atención y la correcta concentración, produce maravillas, transforma tu ser, trasmuta el mundo y el universo que te rodea.

Medita y conecta con la esencia de la Voluntad, aprenderás a usar su fuerza y verás que no es de este mundo, que es mucho más fuerte que tú y proviene de las profundidades del universo.

lunes, 24 de septiembre de 2018

LA CONCENTRACIÓN

Se puede ver la concentración como un alto grado de atención mantenida durante un periodo de tiempo.

Así es fácil comprender perfectamente la trascendencia de lograr un mínimo nivel de concentración continuada, estable, sin perturbación que nos permita estar en el mantenimiento constante de ese invisible y escurridizo equilibrio que se encuentra dentro de nosotros a través del cambio continuo. Todo esfuerzo que se haga en este aspecto es poco. Desarrollar este aspecto es básico.

Cuando muchas personas comienzan a interesarse por el mundo de la meditación y la concentración, tienen la idea errónea de que el esfuerzo mental para la correcta concentración pasa por fruncir el ceño y fijar firmemente la mirada en un punto. Nada más lejos de la realidad.

En el entrenamiento de este aspecto primero hemos de liberarnos de la perturbación constante de los pensamientos. Siéntate en el trono de tu espalda, de tu ser, de tu espíritu y deja pasar delante de ti a los tumultuosos pensamientos que no dicen nada de tu verdadero ser. Tienes que sentir que no eres ellos, que no los necesitas, que te limitan, que te engañan sobre la realidad del Todo.

Cuando te canses de ellos, cuando ya no te interese lo que te cuentan, cuando te aburras de ellos, empezará, propiamente dicho, tu entrenamiento. Mientras tanto estarás en constante lucha interna de desgaste. Sal pronto de ahí o tus fuerzas flaquearán. No los combatas, simplemente ignóralos primero desde tu corazón no sintiendo atracción por ellos, por lo que te ofrecen; más tarde ignóralos desde tu mente, tienes que percibirlos como bruma, niebla, como irreal. Pon tu mente, tu atención, tu conciencia en percibir lo invisible, como la armonía y el equilibrio, sólo entonces, dejarán de estorbarte.

Pensamiento no es igual a mente, lo mismo que las nubes no son lo mismo que el cielo. En el cielo están las nubes, pero también los rayos y los pájaros. En la mente no solo se encuentra los pensamientos, también está el silencio, la intuición, la voluntad, la conciencia.

Saber concentrarse es saber dejar ir los pensamientos sin que arrastren nuestra atención, quedarnos suspendidos sin que nos toque ninguno, flotando en la sensación del ser, del silencio fértil y del vacío-pleno, saberse despierto.

Desde el centro de tu ser invisible pero real, ahora puedes concentrarte en algo concreto sin pensarlo. Has despertado la capacidad, has aprendido a usarte.

Dirige la concentración a los diferentes aspectos a desarrollar, puedes comenzar, por ejemplo, con el equilibrio a través del cambio constante. Agarra con tu mente la invisible barra vertical del equilibrio y no la sueltes ni un solo instante. Libérate de tus pensamientos y entrégate al presente, es lo único que existe, es lo único eterno.

Recuerda que la verdadera concentración no es sólo un acto mental, la maestría se consigue cuando se implica correctamente al resto de tu ser y eres capaz de concentrar también tus emociones, tus energías y tu cuerpo físico.

La dirección de la concentración lo da la mente, el entusiasmo el corazón, la energía el poder y el cuerpo la cristalización.

Aprende poco a poco a regular estas herramientas. Los maestros siempre están concentrados, no se agotan porque ya no luchan por mantener ese estado, es su forma natural de ser, siempre están en lo único eterno, el Presente.

Concéntrate en tu vida en una primera fase para después pasar a la siguiente: concéntrate en la Vida, no te la pierdas entre los barrotes de tus pensamientos. Sal de tu cárcel.

domingo, 16 de septiembre de 2018

LA ATENCIÓN

Es de vital trascendencia conocer en profundidad el aspecto de la atención en relación con la conciencia.

Me gusta poner un ejemplo muy didáctico que ayuda a comprender estas ideas abstractas para poder trabajar con ellas. En mi símil, la atención es la manguera, y la conciencia es el agua que transita por ella. Donde ponemos la atención, lo bañamos de conciencia. En los tiempos actuales, más cibernéticos, se podría comparar a la atención con la fibra óptica y la conciencia, con la luz que viaja por ella.

Como dije antes, en esta fase del aprendizaje no voy a pretender aumentar el diámetro de la fibra o de la manguera, pero sí, hacia dónde apunta.

La pobreza de nuestra conciencia tiene su razón en que la manguera de la atención no apunta al objetivo correcto. Por lo tanto, se comprende que para poder trabajar la conciencia es de vital importancia, el saber manejar la atención, el saber enfocar.

Con la práctica continuada del Tai Chi Chuan se aprender esto último ya que hay que percibir muchas cosas y casi todas son invisibles a los ojos, como el equilibrio, la suavidad, la respiración, etc…

Al principio la atención enfoca al pensamiento de lo que queremos llevar a cabo y no a lo que está sucediendo en ese preciso instante. Nos embelesamos con las figuras que nacen en nuestra mente y perdemos el contacto con lo demás. Dejar de pensar es muy duro y extremadamente difícil, por lo que no voy a insistir en ello, eso está a otro nivel mucho más alto que el de este humilde trabajo.

Lo que vamos entrenar es la capacidad de poder dirigir la atención a otros elementos del mundo, diferentes a los del pensamiento.

Por ejemplo, vamos a atender la sensación del peso de nuestro cuerpo sobre el suelo, de cómo va cambiando de un pie a otro. Vamos a atender la obtención y mantenimiento del equilibrio a través del movimiento. Vamos a atender el suave fluido de la respiración hasta el Dantien.

En realidad, hay tanto a qué atender, que no podemos malgastar el tiempo ni empobrecer nuestras vidas observando siempre lo que pensamos, en vez de vivirlas directamente.

Por lo tanto, no luches en contra de los pensamientos, pues se vuelven más poderosos con tu atención. Lo que debes hacer es desatenderlos y fijar tu atención hacia otras áreas de la realidad. No desees no pensar, desea despertar a lo que te rodea, a lo que tienes arriba, abajo, detrás, por dentro… Todo esto es un reto. Cuando no atiendes tus pensamientos, no eres conscientes de ellos, por lo que ya no te estorban.

Reconoce que tú no eres tus pensamientos, no viajes con ellos, déjalos pasar y no permitas que te atrapen. Simplemente desapégate de ellos. No los combatas, ignóralos. La realidad es mucho más hermosa que los pensamientos.

Atiende tu cuerpo.

Atiende tu respiración.

Atiende tu emoción.

Atiende al vacío.

domingo, 9 de septiembre de 2018

LA CONCIENCIA


A efectos didácticos me referiré a la conciencia como un elemento más a entrenar, aunque en sí, la conciencia lo es todo, por lo que nunca puede ser una parte como para poder tomarlo como un elemento.

La Conciencia es simbolizada universalmente por la Luz porque actúa como ella, iluminando lo que estaba en la sombra de la ignorancia y de la inconsciencia.

En la práctica del Tai Chi Chuan, como en todo, es de vital importancia obtener una conciencia general de lo que acontece en nuestro cuerpo, con nuestra respiración, emociones y estado mental, a fin de poder integrarlos en un todo armónico y bello.

Por ejemplo, deberíamos controlar el movimiento de una mano sin tener que mirarla, la posición del pie que ha quedado retrasado sin necesidad de mover la cabeza para atestiguarlo. El principiante tiene que verlo todo para poder tener conciencia de lo que está haciendo y así corregir las posiciones y movimientos.

Cuando se desarrolla convenientemente la conciencia integral de nosotros mismos, percibimos lo que está en disonancia sin tener que fijar la mirada física, tan sólo la interna.

Así nos damos cuenta, por ejemplo, de la posición errónea de nuestro pie, o de los hombros.

Cuando seguimos desenvolviendo la conciencia a niveles más perfectos y sutiles, somos capaces de percibir los defectos de la respiración superficial o entrecortada con nuestra mirada interior, sin dejar de percibir a la vez las posiciones de todos los elementos de nuestro cuerpo. Ya hemos escalado un paso más al ser consciente del cuerpo, de su equilibrio en movimiento y de la respiración que lo anima.

El siguiente despertar de la conciencia estriba en percibir los estados emocionales que vibran dentro de nosotros y si no fueran los correctos, cambiarlos, iluminando con nuestra conciencia el estado que queremos sentir, recreando la emoción que deseamos vivir, todo está dentro, sólo tenemos que iluminarlo con nuestra conciencia.

Cuando hemos desarrollado convenientemente este nivel, hay que  integrar todo lo conseguido hasta ahora: consciencia de todas las partes del cuerpo, consciencia del equilibrio dentro del movimiento, consciencia de la respiración y consciencia de la emoción que llevamos dentro.

Por último nos falta desarrollar la consciencia de la mente, la más sutil y escurridiza. Debemos conseguir el estado de atención silente, donde solo atendemos el momento presente, sólo nos fijamos en lo invisible de la armonía del todo, retirando, como consecuencia de ello y nunca como acción directa, nuestra atención de los pensamientos que hacen tanto ruido. Observa el cielo de la mente, no las nubes que transitan por ella.

Aquí ya puedes ser consciente de todo lo que te rodea y te conforma por dentro. No están los pensamientos como muros entre tu conciencia y la realidad. Te has abierto a la experiencia.

La práctica de la consciencia, a través del Tai Chi Chuan, va elevándola gradualmente hacia estados más sutiles, poderosos y sublimes.

Esto tiene su repercusión en la vida cotidiana.

Cada cual tiene su nivel de conciencia. Todos estamos “dormidos”, o lo que es lo mismo, parcialmente despiertos. Pero con este sencillo entrenamiento voy a sugerir un cambio de enfoque, inicialmente no consiste en abrir más el “grifo” de la conciencia para que haya más caudal, sino que el caudal actual, enfoque a donde tiene que enfocar, nada más.

Prácticamente, en toda nuestra vida, la conciencia no sale al mundo exterior, aunque parezca imposible, no lo es. La conciencia parcial que tenemos se debe, entre otros motivos, al hecho de que siempre está apuntando, iluminando, regando los pensamientos, no al entorno que nos rodea.

Esa realidad la creamos nosotros, me refiero al sentido que le damos a esa realidad. Nuestra conciencia viene a ser una interpretación subjetiva de nuestra experiencia de la realidad. Cuanta mayor conciencia se pueda desarrollar, más extensa es la parcela de la realidad que podremos abarcar.

Por ello es necesario transformar nuestra conciencia actual, que no es capaz de ver más allá de nuestros pensamientos, nuestras opiniones, temores, anhelos, esperanzas, hacia una nueva conciencia más en sintonía con el complejo mundo de manifestaciones entrelazadas e interdependientes que existe.

La conciencia que se ha de trabajar, no es la del ego, sino la del momento, la de la vida, la del universo, observando y siendo partícipes conscientes del juego de la manifestación y sus relaciones.

La consciencia te vuelve ágil, inteligente, pero también, flexible y humilde. La consciencia te transforma por completo en un ser íntegro que no separa la naturaleza de él mismo, que no concibe el universo y el yo, sino el Todo.

Buscamos derribar los muros de la conciencia limitada, y aunque, reconocemos que estamos sólo en la etapa humana, hay mucho que hacer aquí, queda mucho trabajo por delante.

Entrena Consciencia. Entrena Luz.

Ilumina.

lunes, 3 de septiembre de 2018

ELEMENTOS A ENTRENAR



Como todo en esta vida, la capacitación de una persona, dibuja un camino que empieza en lo pequeño. Nunca hay sensatez si al querer ascender por una escalera, no fijamos previamente la atención en el primer peldaño que tenemos por delante. Decir y alentar otra cosa es engañar y falsear el Sendero.


Conocer los elementos que participan en la transformación es de vital importancia. Pero esto sólo es el principio, más adelante tendremos que saber manejarnos con ellos para poder usarlos a voluntad, según indiquen las circunstancias de la vida.

Hay que conocerlos, comprenderlos, ver su esencia y entrenarlos uno a uno y después en su interrelación con los demás. Elementos como la Conciencia, lo Vacío, lo Lleno, el Equilibrio, el Enraizamiento, etc… deben ser practicados y profundizados hasta lograr que formen parte de nosotros mismos, de nuestro tejido, de nuestras neuronas, de nuestro ADN, integrándolos plenamente en nuestro Ser, ya que es de vital importancia el usarlos sin pensar en ellos, que afloren de forma natural y dinámica.

No hay que perder de vista el sentido común para saber dimensionar los logros y niveles que se van a ir despertando progresivamente. Hacer poco es igual de erróneo que hacer demasiado. Lo que hay que encontrar es el punto necesario de armonía para poder proseguir. Todos y cada uno de estos elementos tienen en sí mismos una profundidad inabarcable desde un punto de vista humano y limitado.

Me refiero a que si estamos entrenando la Conciencia, por ejemplo, debemos encontrar un mínimo de capacitación para poder progresar en otras áreas en paralelo a la conciencia, ya que, con las limitaciones humanas no podremos pretender dominar completamente la Conciencia, ya que jamás trabajaríamos otros aspectos que en sí mismos también son insondables, no mesurables en ninguna dimensión de las conocidas.

Apliquemos humildad y tenacidad, paciencia y agudeza. La recompensa es la transformación que poco a poco se va a ir plasmando en nuestro Ser, en nuestra vida, y aún, en la de aquellos que nos rodean. 

Sabed que vais a transmutar el universo ya que sois parte inseparable de él.

Antes eras como una roca de granito, con la transformación te volverás una roca de diamante, pero no te equivoques, ambas son reverenciables como parte del universo que somos, sólo que la segunda deja pasar la luz y la primera no. 

Al final todo consiste en la Luz, que al principio es reflejada desde otras fuentes externas y después te vuelves transparente, dejando pasar a través de ti las luces de los demás, y la tuya propia cuando ya sabes brillar por ti mismo.