Como todo en esta vida, la capacitación de una persona, dibuja un camino que empieza en lo pequeño. Nunca hay sensatez si al querer ascender por una escalera, no fijamos previamente la atención en el primer peldaño que tenemos por delante. Decir y alentar otra cosa es engañar y falsear el Sendero.
Conocer los elementos que participan en la transformación es de vital importancia. Pero esto sólo es el principio, más adelante tendremos que saber manejarnos con ellos para poder usarlos a voluntad, según indiquen las circunstancias de la vida.
Hay que conocerlos, comprenderlos, ver su esencia y entrenarlos uno a uno y después en su interrelación con los demás. Elementos como la Conciencia, lo Vacío, lo Lleno, el Equilibrio, el Enraizamiento, etc… deben ser practicados y profundizados hasta lograr que formen parte de nosotros mismos, de nuestro tejido, de nuestras neuronas, de nuestro ADN, integrándolos plenamente en nuestro Ser, ya que es de vital importancia el usarlos sin pensar en ellos, que afloren de forma natural y dinámica.
No hay que perder de vista el sentido común para saber dimensionar los logros y niveles que se van a ir despertando progresivamente. Hacer poco es igual de erróneo que hacer demasiado. Lo que hay que encontrar es el punto necesario de armonía para poder proseguir. Todos y cada uno de estos elementos tienen en sí mismos una profundidad inabarcable desde un punto de vista humano y limitado.
Me refiero a que si estamos entrenando la Conciencia, por ejemplo, debemos encontrar un mínimo de capacitación para poder progresar en otras áreas en paralelo a la conciencia, ya que, con las limitaciones humanas no podremos pretender dominar completamente la Conciencia, ya que jamás trabajaríamos otros aspectos que en sí mismos también son insondables, no mesurables en ninguna dimensión de las conocidas.
Apliquemos humildad y tenacidad, paciencia y agudeza. La recompensa es la transformación que poco a poco se va a ir plasmando en nuestro Ser, en nuestra vida, y aún, en la de aquellos que nos rodean.
Sabed que vais a transmutar el universo ya que sois parte inseparable de él.
Antes eras como una roca de granito, con la transformación te volverás una roca de diamante, pero no te equivoques, ambas son reverenciables como parte del universo que somos, sólo que la segunda deja pasar la luz y la primera no.
Al final todo consiste en la Luz, que al principio es reflejada desde otras fuentes externas y después te vuelves transparente, dejando pasar a través de ti las luces de los demás, y la tuya propia cuando ya sabes brillar por ti mismo.
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