En verdad, resulta algo complicado para las mentes occidentales acercarnos a la
comprensión plena de estos dos aspectos que aunque parecen antagónicos, se
necesitan uno al otro para poder recrear la Danza del Tao: la plenitud y la
vacuidad, lo lleno y lo vacío.
Todo
tiene su Tai Chi, su Esencia. En este mundo manifestado y mesurable todo es
relativo y lo que es grande para unos patrones, es chico para otros, lo que
está lleno para unos, está vacío para otros.
Se
dice que algo tiene naturaleza Yang cuando exhibe con fuerza su esencia, cuando
brilla como el sol y muestra su verdadera naturaleza con energía.
Cuando
algo tiene naturaleza Yin exterioriza con suavidad y sutilidad su esencia,
brilla con luz reflejada y muestra su verdadera naturaleza receptiva con apacibilidad
y entrega.
En
Tai Chi Chuan frecuentemente se hace referencia a lo lleno y lo vacío. Por
ejemplo, cuando cargamos más peso en una pierna que en otra, se suele decir que
esa pierna se encuentra más llena que la otra, que participa más de la esencia
Yang.
Con
respecto a la respiración, se dice que su fase Yang corresponde a cuando
expiramos y proyectamos el aliento, y su fase Yin a cuando inspiramos. Pero
todo depende desde dónde observemos. Si nos posicionamos fuera del cuerpo, Yang
es cuando se proyecta el aire hacia el exterior y se puede percibir su empuje.
Sin embargo, visto desde dentro, el Dantien se encuentra vacío, se encuentra
Yin, al no contener la esencia del Qi del aire. Esto significa que cuando se
expira, realizamos Yang al exterior y Yin en el interior.
De
la misma manera sucede cuando inspiramos, cogemos aire de fuera y ejecutamos
Yin, pero dentro el efecto es de Yang, puesto que el Dantien se vuelve pleno.
La
energía, cuando es plena, sale y se expande, como los rayos del sol. Sin
embargo, cuando está en vacío, está expectante, se recoge y sólo recibe otras
energías. Dar tiene naturaleza de plenitud; recibir es dinámica de vacío.
En
todos los planos podemos mostrar plenitud o vacío, depende de lo entrenado que
estemos y del entorno que nos rodee.
Un
ejemplo nos vendría bien, si sabemos o tenemos mucha experiencia en algo,
tendemos a dar consejos, de mostrar nuestro aspecto Yang, sin embargo, hay
momentos en los que a pesar de nuestro bagaje lo mejor es callar y simplemente
acompañar a la persona, en resumen, de mostrar nuestro aspecto Yin. Es
necesario estar prestos para identificar claramente las situaciones.
Por
lo tanto, hay que tener precaución porque a veces nuestra actitud Yang de
plenitud, de dar, no encaja con el estado de los otros. Cuando nuestro Yang no está
en consonancia con el momento de los demás, ya sea porque no estén Yin, se
encuentren cerrados, o bien se encuentren Yang, no debiéramos mostrar nuestra
plenitud, ya que en este caso estaríamos imponiendo en vez de dando. Hay que
vigilar el estado en el que se encuentra nuestro receptor y estar bien atento a
su aspecto. Existe un delicado puente entre dar e imponer, precaución.
De
la misma manera, hay que estrechar la vigilancia para reconocer que un Yin receptor
encaja con la naturaleza de un Yang que ofrece. De lo contrario, esta
naturaleza Yin estaría quitando lo que ningún Yang le da, estaría hurtando lo
que no le están ofreciendo. No es lo mismo recibir que apoderarse.
Por
ello es extremadamente necesario ser conscientes de la naturaleza plena o vacía
de las personas con las que nos relacionamos, para poder encajar nuestro vacío
con su plenitud y nuestra plenitud con su vacío.
Obviamente,
tenemos que dominar nuestras emociones y pensamientos para poder cambiar
nuestro estado en función del entorno. Si nuestras emociones quieren dar, hay
que examinar si es el momento de hacerlo, ya que tal vez no sea aconsejable. De
la misma manera, si nos sentimos vacíos y deseamos recibir, tener presente la
naturaleza de quien tenemos cerca, porque tal vez no sea el momento adecuado
para recibir y debamos llenarnos de nosotros mismos, en vez de exigir lo que
nadie nos está ofreciendo.
Para
que todo esto funcione armónicamente, hemos de estar atentos y vacíos para
poder percibir el estado de los demás. Si nos mostramos siempre pletóricos
nuestra energía saliente nos cegará y no permitirá que percibamos lo que ocurre
fuera.
Por
lo tanto se deduce que tenemos que poseer la capacidad de plenitud, en todos
los aspectos y planos posibles, pero hemos de mantenernos silentes. Hay que
estar llenos de vitalidad, energía, amor, conocimientos, pero el saber cuándo
mostrarlos es de suma importancia.
Quien
nada tiene, nada puede dar. Llénate y prepárate. Domina lo que muestras en cada
momento. Percibe el sutil hilo de la vida para saber encajar tu actitud en cada
instante, sin perturbar la armonía natural de las cosas, del entorno.
Sé
pleno pero permanece vacío para percibir. Sólo tú controlas lo que sale de ti y
cuándo es el momento.
Distingue
a primera vista los aspectos que manifiesta el mundo externo. Aprende qué es
Yang y qué es Yin, qué está pleno y qué está vacío.
Interioriza
estas naturalezas hasta verlas claramente.
Vive
internamente en la Plenitud del Yang.
Permanece
externamente en el Vacío del Yin.
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