El
aspecto verticalidad merece tratarlo con cierto detenimiento, bajo una perspectiva
integral y no sólo geométrica.
Alcanzar
la verticalidad no consiste en poner la espalda derecha y los hombros hacia
atrás con la frente alta. Ni mucho menos, todo lo contrario, esta vieja forma
estereotipada se distancia del concepto que quiero trasladar en esta ocasión.
Los
antiguos maestros iban mucho más allá de la forma. La verticalidad física
pasaba desde rectificar el sacro, enderezándolo de forma natural, alineando la
espalda y el cuello hasta la misma coronilla, de tal manera que pareciera
querer pintar con el “pincel” coronario en la cúpula del cielo. Otra imagen que
funciona muy bien y que atrapan rápidamente los alumnos es la de imaginarse
colgados del cielo por la coronilla, todo lo demás está suspendido libre y
naturalmente.
Esto
conlleva una serie de aspectos no menos importantes, por ejemplo, el pecho debe
estar relajado y levemente hundido, pero no la espalda, sólo el pecho; los
hombros deben estar caídos y bajos; el mentón debe estar recogido y suavemente
inclinado hacia la tierra, para que de esta forma la coronilla pueda apuntar hacia
el cielo.
En
verdad esta figura nos recuerda la posición de un monje o maestro en actitud de
recogimiento meditativo, de la que emanan profunda paz, autoridad, respeto y
humildad.
La
esencia de esta verticalidad no es otra que la que posee la llama de una vela,
la verticalidad natural de los árboles. Como ocurre con el aire caliente, lo
superior dimana de un estado energético más elevado, por lo tanto es más
liviano y se expande, siendo más ligero, tendiendo a subir verticalmente.
De
la misma manera, la llama interior y la energía del Qi, deben encontrar el
camino ya alineado para poder llegar hasta la coronilla desde el sacro. La
finalidad de la verticalidad del cuerpo físico no queda en este plano, sirve de
armazón donde se apoya la energía interior para su elevación. Ésta a su
vez, forma la estructura más idónea sobre la que se desarrolla la emoción para
poder elevarse y sobre ésta la energía mental se alza como la llama de una vela.
Ser
verticales significa trascender lo horizontal, lo plano, lo cotidiano,
significa elevarse sobre uno mismo, transmutarse hacia una naturaleza de más
alta vibración. No es necesario renunciar a lo horizontal, sino simplemente
desapegarse de ello para poder emprender el vuelo hacia lo superior sin que
nada en este mundo nos ate.
Todo
es un sistema que empieza en el físico y verticaliza todos los planos del ser
humano. Desde una perspectiva integradora podemos observar la llama humana
vertical y serena, irradiando plenitud, energía y luz.
Por todo
ello, es tan importante alcanzar la verticalidad dentro del mundo del Tai Chi
Chuan y de la vida en general.
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