La
respiración es uno de los aspectos más invisibles de todos para la mayoría de
las personas. Esto se debe a la falta de consciencia que tenemos sobre ella, a
la poca atención que le dedicamos. Es la gran desconocida.
Puede
parecer que al decir que debemos aprender a respirar nos sobrevenga la risa
irónica que denota ignorancia sobre el tema: “¿acaso no sabemos respirar?
hubiéramos muerto ya si no supiéramos.”
Respirar,
respiramos, pero deja mucho que desear la calidad de la respiración, no sabemos
sacarle partido, la usamos de forma superficial y normalmente entrecortada.
Casi siempre respiramos con el tórax.
En
este sencillo artículo no vamos a detallar las técnicas de respiración, para
eso ya hay numerosas fuentes en las que consultar. Vamos a intentar
trascenderlas para que nos ayude y colabore en la transformación interior.
Es
interesante observar la respiración de forma natural, libre de estrés, deseos,
expectativas, temores o rencores. Cuando en la respiración trabaja el
diafragma, relajándose y expandiéndose hacia abajo, trasmitimos un masaje
interno a los órganos que se encuentran debajo, simplemente por presión.
Cuando
se lleva a cabo este masaje al hígado, al estómago, al bazo, al páncreas, al intestino delgado y
al grueso sobreviene un maravilloso estado de bienestar general que, en algunos
casos en los que se acumula grandes tensiones, revierte en somnolencia por
relajación, no por sueño.
Al principio
no se debe provocar una respiración profunda, hay que ir calmándola poco a
poco, como a un bebé que está agitado y llora. Cuando está aquietada, ya se
puede dar paulatinamente la profundidad necesaria.
Percibe
tu propia respiración como si fuera el movimiento de las olas del mar, cuando
llega la ola expiras, cuando retrocede, inspiras. Así continuamente. Tú eres la
naturaleza. El ritmo sereno y a la vez enérgico, no se da solamente en las
olas, sino también en tus ciclos respiratorios. Participa conscientemente de tu
naturaleza, identifícate con el mar.
Cuando
ya dominas estos pasos previos, el uso que se puede hacer es variadísimo.
Nosotros vamos a trabajar el aspecto de la transformación interior.
Para
ello vamos a fijar el objeto de nuestra concentración en la mente con claridad
y nitidez, y en el corazón con amor. Podríamos coger, por ejemplo, la Paz.
Previamente y con la ayuda de la respiración, el cuerpo se ha quedado relajado,
“abierto” y “poroso”, no hay escudos, no hay temores, no hay retos, está Yin,
listo para recibir. Tu cuerpo se abre, se relaja profundamente.
En
la inspiración definimos claramente la Paz con la mente y con el corazón
sentimos profundo amor hacia la Paz. Con la expiración, introducimos esta
experiencia en nuestras fibras más profundas, la hundimos en nuestro cuerpo, la
condensamos en nuestros huesos, nos identificamos plenamente, como si ya formara
parte de nuestra naturaleza, de nuestro ADN. Con cada respiración nos volvemos
más “paz”, nos vamos transformando internamente.
Con
la práctica continuada seremos uno con la Paz.
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