domingo, 11 de agosto de 2019

PAZ


En el mundo del Tai Chi Chuan se puede experimentar la Paz que emana el maestro cuando realiza los movimientos. Su serena belleza manifiesta el Arquetipo de la Armonía aquí en la tierra, como si fuera un mandala viviente que construye belleza y después la destruye, para volver a crear otras bellezas y así sucesivamente, en un acto de total desapego por la forma, pero de total enraizamiento con el mundo de los Arquetipos.

Varias son las vías que llevarán al maestro al estado de Paz, pero pocas tan claras y diáfanas como el cultivo de la confianza, la plenitud y el desapego. Pero veámoslo un poco más de cerca.

La PAZ está en boca de todos y prácticamente en el corazón de nadie. Realmente es anhelada por muchos, pero no saben cómo llegar a ella, corren tras la Paz, pero cada vez se alejan más y más. La expresión que nace del interior es:
“YO DESEO PAZ”

Lo que te aparta de ella.

Aunque esta es la afirmación general, la paz no se puede encontrar porque va precedida de dos enormes muros infranqueables que hacen incompatibles su acceso: “YO” y “DESEO”. Estas son dos razones por las que no se consigue acceder a la Paz.

En primer lugar hay que aclarar que este bendito estado del alma se encuentra en oposición con el “yo”, con el culto al ego. Éste busca saciarse por el simple hecho de que siempre está vacío. En verdad, el ego no existe, es humo, niebla, ilusión de los sentidos, por eso buscamos elementos en la creencia de que le van a otorgar esa plenitud que no tiene. Por otro lado, el ego es inseguro, caprichoso, volátil y efímero. Para el ego todo está fuera, porque dentro no existe nada. El ego recoge todo lo que le rodea para crecer, inflándose cada vez más y alejándose constantemente de la paz.

El ego tan sólo es necesario hasta el momento en el que comprendemos que no es capaz de dirigirse por sí mismo hacia la Paz. Es entonces cuando debemos desapegarnos de él.

Como consecuencia del culto al ego, la Paz también se encuentra en oposición con el deseo. Quien desea lo que no tiene, no encuentra serenidad ya que está en desequilibrio. Cuando halla el objeto de su deseo teme perderlo y tras un corto periodo de tiempo vuelve a sentir vacío, ansiedad y desasosiego, por lo que tampoco sabe mantener la Paz.

Cuando tu poder y tu control los entregas en manos del ego, estarás entorpeciendo la llegada de la tan anhelada Paz. Es como si quisieras ir con tu vehículo a una ciudad concreta, pero dejas que conduzca otra persona diferente de ti que desconoce el camino, ¿podrás llegar alguna vez a esa ciudad?, nadie lo sabe, posiblemente nunca.

Con esta actitud, la ciudad de la Paz Interior se nos escapa constantemente porque quien conduce no sabe llegar hasta ella.  Quitemos el control y el poder a quien no conoce el camino.

Lo que te acerca a ella.

Como la Paz no puede cambiar su naturaleza para poder acercarse hacia nosotros, quienes realmente estén interesados en conseguirla, deben extirpar de su interior lo que hay allí que la espanta y la repele. Debemos realizar cambios profundos en nuestra naturaleza para acompasarla con ese estado de bienaventuranza tan anhelado.

La Paz Interior es la consecuencia natural del direccionamiento de ciertos pasos previos dados en el sentido correcto. No podemos conquistarla porque es esquiva a cualquier intento del deseo. No podemos apresarla porque es más sutil que el aire. Toda acción por tenerla es contraproducente ya que no se puede contener, no se puede asir, no se puede coger, hay que introducirse en ella.

Como la Paz es tan superior al ego, no cabe comparación, todo esfuerzo que nazca de él es infructuoso. Lo único que éste puede hacer es prepararse para ser nido, templo de esta divina Paz y mantenerse quieto, sin hacer ruido, esperando que llegue el momento a su debido tiempo. Se ha de tener precaución de no estallar de alegría cuando ésta aparezca, porque la ahuyentaremos.

Las ramas que conforman el nido o los pilares del templo donde viene a posarse la Paz son los siguientes.

La gratitud, como sentimiento natural que brota del corazón por el solo hecho de existir y disponer de algún grado de conciencia. Gratitud sin pedanterías, sin motivaciones que la usen como moneda de cambio, esto es lo que hacemos si las cosas nos van bien, de lo contrario no lo haríamos. Esta no es la gratitud de la que hablo. Agradecer la vida, agradecer los momentos, vivir con la actitud de dar gracias por todo. Quien vive instalado en este sentimiento de dar va bien encaminado.

La confianza en que todo, al final, será para bien. El universo y sus leyes van más allá de los pequeños, efímeros e imperfectos límites que impone la menta humana cuando juega a hacer leyes, a creer que conoce y controla. Confianza no significa saber los detalles, sino aceptar la grandiosidad del sistema universal, del plan general al que no se le escapa nada sencillamente porque todo está contenido en él. Nada se pierde ni está desconectado, la armonía subyace en todo y los valores personales o humanos no son nada para enjuiciar los procesos universales. Descansa en la confianza de que todo tiene su padre-madre y nada viene al azar. Descansa en la confianza que todo lo que generes, aunque ya no estés en este mundo, tendrá su repercusión. Por lo tanto, confía en aquello que recibes del universo y sé consciente de lo que lanzas en él, porque será causa de consecuencias futuras.

La plenitud es un sentimiento que no podemos recrear acumulando objetos, sean de la índole que sean, materiales, emocionales o mentales. La plenitud nace en el seno del sentimiento de saciedad. Hasta que dejemos de dar pasos dirigidos a obtener y adquirir, no conoceremos la naturaleza de la plenitud. Estos pasos han de estar orientados por la saturación, no como imposición interna para conseguir una mayor perfección. Cuando llegas a la plenitud reconoces que no te hace falta nada de fuera, no solicitas nada a ningún ser porque todo está en tu hogar, en ti,  tú ya lo sabes y lo puedes vivir, de alguna manera.

Como consecuencia natural del sentimiento de plenitud, nace el desapego. Quien se siente pleno ya no se ata a nada, desconoce aquello que pueda desestabilizarlo, y en estas condiciones no se desarrollan el deseo, ni el ego, por lo que la Paz ya está cercana.

El amor, no como sentimiento humano, personal, pequeño e imperfecto, sino como la expresión de comunión, de unión con todo. La clave del amor está en la capacidad de dar, poniendo especial cuidado en no caer en una actitud de imposición, vigilando siempre el grado de aceptación por parte de los demás. Podemos dar lo que tenemos nosotros y no aquello que no nos pertenece, por lo tanto urge tener suficientes recursos internos como para poder ofrecer una extensa gama de servicios.

Los actos que dejamos en esta vida, las palabras que pronunciamos, los sentimientos que emitimos deberían de ser de tal naturaleza que cuando echemos la mirada hacia atrás, nos lleve a un estado de conciencia tranquila y serena, sin remordimientos, por lo que habremos de adaptar nuestro comportamiento a esa mirada desde un futuro no tan lejano. Procura mantener tu conciencia tranquila. No te culpes de lo que no sabías, no debas nada a nadie, no culpes a nadie de lo que sucede, tan solo rectifica cuando no eres la mejor expresión de ti en cada momento de tu vida. Si miras hacia tu pasado y lo ves lleno de actos de siembra, de amor, de gratitud, de confianza, de plenitud, estarás en la antesala de la Paz.

Cuando vuelvas la mirada hacia atrás, veas tus pasos en el sendero y observes las semillas que lanzaste en el campo del universo de la vida…
… la paz se estará aproximando.

Cuando no reconozcas enemigo alguno, sino maestros allá donde mires…
… la paz se estará aproximando.

Cuando no veas en tus errores o en los errores de los demás sino meros accidentes propios del sendero, de conciencias dormidas, sin sentimiento de culpa por parte tuya o de rencor hacia los demás…
… la paz se estará aproximando.

Cuando dejes de temer, confiando plenamente en lo que la Vida tenga planeado para ti y los tuyos, con la certeza, de corazón, de que todo será para bien, de que sabrás sacarle provecho a todo…
… la paz se estará aproximando.

Cuando ya no desees estar en lado alguno, sino participar constantemente de ti mismo, habrás descubierto que eres la fuente de toda bienaventuranza, entonces…
… la paz ya está muy cerca.
Cuando llegues al final y tu último deseo sea NO DESEAR…
… la paz está ya anidando en ti,
… ha entrado en el templo que le has construido.

Es entonces cuando lo entenderás todo, confiarás en todo, penetrarás en todo y la armonía se abrirá en tu Ser, radiante, serena.

Ya no pedirás nada a nadie, nada al mundo, no solicitarás ni siquiera que te comprendan, porque ya no necesitarás la comprensión de los demás, la aprobación de otros, la estimación ajena. Te llenarás de Ti.

En este estado ya no requieres ni deseas nada porque has descubierto que todo está en tu interior, que no falta nada, que todo es perfecto, bello, completo y esférico.

Bendita Paz Interior que llega por su camino natural y te empapa cual lluvia divina que cala el alma.
La Paz no se conquista, te encuentra en el momento oportuno cuando vas por el sendero correcto.


domingo, 7 de abril de 2019

CIRCULARIDAD

Este aspecto no sólo se utiliza en Tai Chi Chuan, pertenece a todo el universo y va desde la rotación del spin del electrón, hasta la revolución en torno a la singularidad de un agujero negro, pasando por el giro de las galaxias, estrellas, planetas y demás astros.

Aprender la esencia de la circularidad te capacita para poder usarla en los movimientos del Tai Chi.

El círculo se inicia sobre un punto sobre el cual gira un objeto, es ese objeto girando quien produce el círculo en el espacio. Este punto puede crear innumerables órbitas, unas grandes y otras pequeñas, rápidas o lentas, más abiertas o cerradas.

Los movimientos circulares tienen muchas aplicaciones, entre ellas la de desviar y la de potenciar ya explicadas en artículos anteriores.

Para recrear un círculo con la mano, por ejemplo, hemos de elegir un punto imaginario en el espacio y procurar que la distancia entre la mano y ese punto sea siempre la misma mientras la movemos en torno a él. Esto requiere concentración para fijar en la mente ese centro y no moverlo a pesar de la naturaleza volátil de nuestra mente.

Por otro lado, también demanda la observación constante de la relación entre la mano y este punto central con objeto de mantener la misma distancia en torno a él mientras la hacemos girar.

De aquí aprendemos que lo circular nace cuando se establece un tipo de correspondencia constante entre aquello que gira y su centro. La armonía del círculo se manifiesta en el equilibrio y en el mantenimiento de esta distancia radial del extremo con el centro. Cuando rompemos esa armónica relación el círculo se desvanece.

Desde tiempos inmemoriales, en numerosas culturas antiguas se ha reconocido lo circular, lo esférico como símbolo de lo celestial, del aparente movimiento propio de las estrellas en el firmamento, del mundo superior y, de alguna manera, si aprendemos a reflejar este tipo de movimiento en nuestras vidas, enriqueceremos nuestra existencia con la armonía y el equilibrio, cualidades que se han enseñado desde siempre como celestiales y divinas.

Para usar este aspecto del Tai Chi Chuan en la transformación interior, hemos de fijar en primer término el centro sobre el que vamos a hacer girar todo lo demás. Ese centro podrá ser una emoción, un pensamiento o lo que es más poderoso, una emanación mental alimentada por un sentimiento, ambos en una relación de sinergia recíproca.

Ahora, en vez de las manos, escojamos un elemento más sutil, invisible, por ejemplo, la emoción de la aventura. Si la definimos como  centro de nuestra actividad, de nuestra energía, todo rotará en torno a esta emoción, leeremos libros de aventuras, veremos películas o documentales relacionados con este objetivo, nos rodearemos de amistades afines, diseñaremos nuestros fines de semana o vacaciones alrededor de esto mismo. En fin, hasta nuestros sueños van a girar en torno a este eje.

Ahora veremos un centro mental, por ejemplo, aprender idiomas. En este caso sucedería lo mismo, todo lo haríamos girar en torno a este núcleo, como ver vídeos, audios, películas, amistades, etc…

Esta vez escojamos un elemento mental-emocional, por ejemplo, el deseo de aprender aquello que siempre nos ha hecho ilusión.

Como antes se ha dicho, hemos de fijar la esencia de ese anhelo en nuestro espacio interior, como un punto central en torno al cual pondremos a girar los elementos. Nos estamos refiriendo a todo aquello que pueda estar relacionado con este centro, unos girarán muy cercanos como por ejemplo el entusiasmo, la disciplina, la organización de los estudios, su práctica; y otros girarán más distanciados como pueden ser los horarios que debas establecerte, el descaso necesario, la redistribución de tu tiempo para poder atender adecuadamente otros aspectos prácticos de tu vida personal, laboral, familiar, etc.

Prácticamente todo lo que caiga en tu vida tendrá una relación circular con estos centros que hemos ejemplificado, cada una con un radio diferente, con una relación distinta, pero equilibrada.

Cuando se consigue dibujar un círculo armonioso todo irá acompasado y según las leyes superiores del mundo celestial.

Sin embargo, cuando desatendemos el círculo y, por ejemplo, elementos como el descanso no guardara la relación apropiada, la magia circular desaparecería. Lo mismo ocurriría si la disciplina, la organización, tus hábitos de vida, etc. no girasen en torno a ese centro.

Si observamos un poco más veremos que normalmente existen múltiples centros en los cuales vamos haciendo girar diversos elementos. Mantener la circularidad de todos ellos es una labor de un experto equilibrista. Otros centros como la salud, la familia, los amigos, la meditación, el deporte, la cultura, etc., van reclamando nuestra atención.

Si actuamos correctamente, los movimientos circulares se realimentarán unos de otros, creando una sinergia digna de la más orquestada sinfonía cósmica. Por el contrario, si no conseguimos dibujar esa esfericidad, romperemos el círculo dispersando y disipando la energía, no habrá armonía, las proporciones del movimiento cambiarán, el flujo se interrumpirá.

Un advertencia, se debe cuidar mucho en no tomar al ego como centro de tu círculo, ya que todo giraría en torno a él y te cegará para poder ver el mundo, el resto de personas no contarían salvo para ponerlas a girar en torno a tu ego, no verías el universo que te rodea.

Haz de esta vida tuya una esfera que reproduzca la armonía y la belleza de los mundos superiores.

Sé circular.

domingo, 31 de marzo de 2019

FUERZA Y CAPACIDAD

El desarrollo de la fuerza no siempre va acompañando al de la capacidad. La primera imagen que se nos viene a la mente cuando pensamos en la fuerza es la de unos poderosos músculos que pueden con todo.

Fuerza y poder van de la mano, pero entendiéndose este último correctamente. La Fuerza da capacidad para poder hacer, que no es lo mismo que saber hacer.

La fuerza da empuje, pero eso no basta. La fuerza no tiene ojos, no sabe del sentido de la oportunidad, ni de la proporcionalidad, ni es inteligente. Lo que la mayoría de personas busca sin saberlo es “saber empujar” y no solo “poder empujar”, “saber hacer” más que “poder hacer”.

Fuerza, Poder, Capacitación, son tres conceptos que no siempre se tienen claramente definidos.

El Poder de realizar algo es la consecuencia a la que se puede llegar por dos vías: la de la fuerza o la de la capacitación. La fuerza se puede contemplar como una especie concreta de capacitación, pero ésta es mucho más vasta y grandiosa que la simple fuerza.

Lo que en verdad anhelamos es la capacitación de nuestro ser. Quien tiene la capacidad, tiene la oportunidad de actuar, por lo que, consecuentemente, dispone de la fuerza necesaria para ello.

La confusión de estos términos es general ya que desde hace muchísimo tiempo se viene rindiendo culto al más fuerte y no al más capaz.

Quien alcanza la capacidad, alcanza la fuerza; quien solamente posee fuerza, necesita también de grandes dosis de inteligencia y de amor.

Cuando una persona se siente fuerte, no es porque se sepa musculosa y fornida, sino porque se percibe a sí misma capaz de afrontar el reto que tenga por delante.

La capacitación en el Arte del Tai Chi Chuan es un resultado natural al que se llega cuando se logra desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar al oponente: concentración, equilibrio, emoción pacificada, respiración profunda, mente aquietada y serena, conciencia despierta y diáfana.

En verdad, el no disponer de estos recursos en nuestro interior nos convierte en el verdadero y real oponente, ya no es esa persona o dificultad que la vida nos presenta. El verdadero reto es poder manifestar nuestras habilidades.

La capacitación para la vida real no exige que seas perfecto. En la transformación interior se va acuñando, poco a poco, la certeza de sentirnos capaz de gestionar aquello que nos sale al encuentro, ni más, ni menos.

Hemos aprendido ya mucho del Tai Chi Chuan, sus principios, sus aspectos, su esencia. Todo ello lo hemos trascendido con la meditación, encontrando la misma naturaleza, los mismos principios en diferentes vasijas.

Cuando esto se logre, no solo podremos plasmar la armonía y la belleza a través del cuerpo mientras practicamos Tai Chi Chuan, sino, lo que es mucho más importante, habremos alcanzado la capacidad de poder materializar esa armonía y belleza a través de nuestro ser integral cuando actuemos en la vida cotidiana.

Ser capaz no es ser el mejor, tan solo indica que puedes solventar las dificultades que van apareciendo.

Una persona no es justa sino que logra realizar actos de justicia; no es buena, sino que actúa con actos de bondad. No somos ninguna etiqueta, no se nos puede encorsetar definiciones como bueno o malo, justo o injusto, valiente o cobarde.

En esencia somos un misterio de la Vida que va mucho más lejos y más profundo que todas las definiciones. El concepto de lo perfecto sólo está en nuestra mente, es un Arquetipo, en la vida cotidiana tan sólo existen momentos bellos, armoniosos y acabados en sí mismos. Yo los llamo instantes de completura y plenitud.

Cuando te vas capacitando, vas creciendo, te vas expandiendo en consciencia, en recursos, en inteligencia, en amor, paciencia, agilidad, fuerza, flexibilidad… todo se expande en ti, eres como una estrella fulgurante rebosante de capacidades. Todos tus momentos serán completos y plenos.

No busques la fuerza, encuentra la capacitación y todo lo demás vendrá por añadidura.

Aplica inteligencia y medita.

sábado, 23 de marzo de 2019

FLEXIBILIDAD


He aquí un concepto muy útil y no siempre correctamente comprendido. En la práctica del Tai Chi Chuan resulta imprescindible, y más aún, si cabe, en el Arte de Vivir.

No se debería confundir la flexibilidad con la debilidad. Los antiguos maestros taoístas enseñaban que la flexibilidad era el signo de la vida, así como lo rígido es el de la muerte.

La debilidad, sin embargo, carece de flexibilidad, realmente es una falta de vitalidad y puede disfrazarse de falsa flexibilidad cubriéndose con un manto ilusorio. La debilidad también cede ante los retos de la vida, pero después no levanta, no verticaliza, no se yergue sobre si misma.

Existe una imagen metafórica que explica perfectamente el sentido de la flexibilidad y es la del junco. Cuando el viento azota con fuerza, el junco no lucha contra él, sencillamente se inclina y cede para sobrevivir, pero cuando éste cesa, recupera la verticalidad, vuelve a su estado original, retorna a señalar las estrellas del firmamento.

En cambio, si el junco está debilitado, cuando el viento azota, también cede, pero no para sobrevivir, sino por incapacidad para ser flexible, ya que cuando este viento cesa, no vuelve a apuntar hacia el cielo, no recupera ya su estado inicial, ni logra la verticalidad.

Por lo tanto, vemos claramente que para ser flexible se han de establecer ciertos principios que deben darse a la vez.

En primer lugar, se ha de tener fortaleza, control y voluntad, pero entendida correctamente, me refiero a la voluntad de llegar a tu objetivo, no a la voluntad de mantener una forma concreta para lograrlo. Si te apegas a la forma, a lo visible, sucumbes; si lo haces a la esencia, a lo invisible, sobrevives.

Hay que sostener firmemente fijado en nuestra conciencia, nuestro objetivo, nuestro destino y propósito, para que nada ni nadie consiga que nos olvidemos de él. Podremos ceder temporalmente en la forma, pero jamás olvidar hacia dónde vamos. Si optamos por ser flexibles, esa es la manera de retornar a nuestra aspiración después del huracán.

En el mundo físico la flexibilidad se cultiva con estiramientos controlados, progresivos en los que se trabajan los tendones. Se podría decir que el cuerpo físico va cediendo en rigidez para alcanzar progresivamente lo flexible.

Por otro lado, es necesario dominar la flexibilidad para poder adaptarse a lo que constantemente va cambiando.

En la vida ocurre lo mismo, no hay diferencia, lo que hay que trascender son los elementos en los que hay que verlos. Por este motivo es tan necesario la meditación, pues nos va capacitando para poder reconocer la verdadera naturaleza de las cosas, a través del velo de su apariencia.

En la vida interior, la rigidez se traduce en el ámbito emocional en apegos y miedos que nos impiden cambiar, y en hábitos e ignorancia en el ámbito mental que imposibilitan el recorrido de nuevos senderos.

Si nos preguntamos por qué no somos flexibles a nivel emocional e indagamos a fondo, podremos ver la huella del ego que impone su ley, susurrándonos a gritos que nosotros somos así, que no podemos cambiar y peor aún, que no queremos cambiar nuestros apegos ni nuestros miedos puesto que nos hemos identificado con ellos hasta tal punto que sin ellos sentimos que no somos nada, no sabemos existir. Nos aferramos a lo que nos gusta y a lo que nos disgusta para definirnos, por lo que imponemos unas condiciones en la cuales la flexibilidad del cambio no puede arraigar, crecer, vivir… la flexibilidad se muere antes de nacer.

Tenemos que liberarnos del yugo que nos esclaviza bajo los nombres de apegos, gustos, temores, manías. Hacer lo que hay que hacer sin estos tiranos. Ser libres para realizar el propósito de nuestra vida, el cómo lo hagamos no es trascendente, pero sí el lograrlo. Tal vez, en ocasiones, transite por senderos de tristezas y temores, esos son los huracanes de la vida, cuando pasen volveremos a la verticalidad que busca lo sagrado en las estrellas, en lo superior, en lo inmenso y profundo de la naturaleza del universo.

Si nos preguntamos por qué no somos flexibles a nivel mental encontraremos nuevamente la sombra del ego imponiendo su ley a “martillazos” de la mano de los hábitos y la ignorancia. Cuando trazamos un camino el ego recela ¿para qué cambiar? Lo que persigue el ego es vivir de costumbres, de hábitos creados que nos ciegan la consciencia.

Y los hábitos pueden ser manifiestos o soterrados, burdos o sutiles, materiales o de aspecto espiritual. Existen hábitos que consisten en hacer poco, otros son de hiperactividad y constante búsqueda de aventuras y actividades que esconden el miedo a la soledad y al silencio.

El ego se alimenta de ellos para crecer. Los hábitos secuestran la consciencia, el conocimiento, nadan en la ignorancia y oxidan la capacidad de llegar a la Sabiduría.

Busca ser consciente de todo lo que realizas, dices, piensas y sientes.

Busca ser consciente de todo en lo que te abstienes, callas, ignoras o eres indiferente.

Para practicar la flexibilidad que nos transforme interiormente hemos de cultivar el desapego y la confianza en lo emocional, así como la conciencia y el conocimiento en lo mental, sólo de esta manera se alcanza la Sabiduría de la Flexibilidad.

Practica sin cesar en el desarrollo de esta cualidad, tanto externa como internamente y retornarás a la Vida, te reconocerás en comunión con toda la naturaleza.

Interiorízala.

domingo, 17 de marzo de 2019

PROYECCIÓN


Este atributo también es uno de los más característicos del Tai Chi Chuan, cuando se alcanza su verdadera naturaleza, todo se percibe más claro, diáfano y simple.

Para comprender adecuadamente este principio, hemos de ver algunos elementos previos que nos ayuden a encajar todo en un solo acto de proyección, como son: determinación del objetivo, tipo de energía a proyectar y medio apropiado.

Al igual que todo lo que participa de Vida, nuestra proyección debe observar los principios del Triple Logos, que viene a ser, resumidamente,  la voluntad, la energía y la forma.

En el mundo del Tai Chi Chuan se despierta la capacidad de la concentración de la mente sobre el objetivo, se desarrolla la acumulación del Chi en el Tantien y finalmente se librera proyectándolo a través de las manos, pies, codos, hombros, etc…

Para ello se ha de crear un excedente de Chi en el Tantien que pondremos a circular mediante la respiración abdominal dirigida por una mente estable y un corazón sereno. Una vez se ha ido alimentado convenientemente este Chi hasta su apropiado desarrollo, se le hace girar como un carrusel, subiendo por nuestra columna vertebral cuando el aire sale y bajando por el pecho cuando entra. En cada ciclo se va aumentando la fuerza y la velocidad, hasta que llegue el momento de lanzarlo, entonces lo sabremos.

Finalmente, la mente dirige esta avalancha de Chi como si tuviera la fuerza de un tsunami.

En la vida cotidiana los principios son los mismos, por ello el Tai Chi nos ayuda a saber vivir más plenamente, nos va entrenando para la Vida.

En primer lugar hemos de fijar nítidamente nuestro objetivo, poner toda nuestra voluntad y propósito en alcanzarlo, eliminando las dudas e incertidumbres que nos minan la capacidad de llegar hasta él.

En segundo lugar habremos de tener claro qué es aquello que deseamos proyectar hacia ese objetivo, ya sea simplemente fuerza, energía interior, amor, comprensión, protección, entusiasmo, etc. Es necesario definirlo con nuestra mente sin oscilaciones de pensamientos que lo enturbien ni lo difuminen y recrearlo firmemente en nuestro corazón, sin miedos que nos paralicen. Una vez cargados, activamos los recursos de la concentración que ya fueron explicados en capítulos anteriores. Percibir con serena claridad la seguridad de verlo ya como un hecho de facto.

En tercer lugar, hemos de determinar el medio más adecuado para proyectar lo que deseamos. Conseguir toda la energía de la que podamos hacer acopio y no renunciar a ningún medio para proyectarlo. Podremos usar la palabra, la mirada, un gesto, las manos, incluso el silencio profundo.

Nuestra proyección, trabajada de esta manera, ahora posee la voluntad que la dirige, la fuerza que le da la esencia y la forma que caracteriza su manifestación, reproduciendo como se dijo antes, los tres principios básicos de la creación.

Este proceso que se ha indicado es lo que habría que entrenar hasta conseguir realizarlo como un todo armonioso, integrándolo todo en UNO. En verdad, se necesita mucho entrenamiento para conseguir una correcta proyección.

Es importante no cometer el error de percibir este objeto como algo fuera de ti, como algo externo que no tiene nada que ver contigo, ya que, de esta forma proyectarías solamente a la cáscara, a las ramas.

Debes lanzar la energía a la raíz, al corazón, a la parte interna de tu objetivo para que allí pueda llegar tu energía, fundiéndose con su misma esencia. Allí se mezcla y es aceptada como si esa fuerza proviniese de su interior, no existiendo rechazo.

Los maestros de la proyección realizan el acto sin necesidad de cursar todos los pasos del principiante, simplemente ya tienen el excedente de energía disponible, el corazón siempre puro y la mente fuerte y diáfana.

La vía de la proyección es una de las mejores para ayudar a evolucionar, si no, ¿de dónde crees que te ha venido esa energía que percibes desde tu interior y que a veces te sorprende?

De esta manera te convertirás en un eslabón más de la cadena de colaboradores en este mundo.

domingo, 24 de febrero de 2019

ADHESIÓN

He aquí uno de los aspectos más significativos y característicos de la práctica del Tai Chi Chuan. A la mayoría de las personas les deja perplejos y asombrados esta faceta, sobre todo a los que posean una mentalidad marcadamente occidental. Es un tema clásico de este Arte Marcial.

En esencia es una aplicación más de lo lleno y lo vacío, de lo pleno y lo débil, pero debido a su peculiar y trascendente uso en la vida cotidiana, está justificado dedicarle más tiempo para ayudar a su comprensión y puesta en práctica.

El principio de adherencia se fundamente en que al ser atacados, al recibir una energía yang, nosotros mostramos nuestra faceta yin, de tal modo que su impulso encaje en nuestro vacío, también se podría explicar como la táctica de envolver el yang externo con nuestro yin y así encapsularlo hasta agotarlo.

Por otro lado, cuando descubrimos algún yin (debilidad) en el oponente, rápida y automáticamente le proyectamos nuestro yang, de tal forma que no haya distanciamiento entre su retirada y nuestro seguimiento. De esta forma se anula la oportunidad del reataque, evitando la separación entre el oponente y nosotros.

Este principio, en la práctica, es sumamente escurridizo y sutil.

Se podría sintetizar la esencia de la adherencia en dos frases:

Cuando viene hacia mí, jamás me encuentra.
Cuando se retira, siempre le acompaño, nunca me separo.

No generar distanciamiento con el oponente. Cuando me enfrenta, encuentra un fantasma, cuando se retira encuentra una montaña que le sigue.

La práctica de este principio requiere tener entrenados los aspectos de la concentración y la agilidad. El primero para percibir instantáneamente el cambio de ritmo en el oponente, la segunda para adaptarnos automáticamente a él. No es suficiente con lo que yo quiera hacer, sino percibir lo que el momento requiera de mí y me permita realizar.

Si en vez de tener una persona por oponente, tuviéramos algún obstáculo en la vida, podríamos intentar establecer métodos y estrategias para poder aplicar las mismas tácticas.

El verdadero oponente nunca es una persona, es la falta de recursos, la ausencia de capacidad en nuestro interior que nos impide solventar el obstáculo que la vida nos pone por delante. El verdadero oponente es la falta de concentración, de agilidad, de disposición total al cambio.

Hemos de detectar naturalmente cuándo viene yang del exterior y cuándo viene yin, cuándo nos empuja o cuándo nos atrae, cuándo nos impone y cuándo nos hace caer en sus redes. Para esto, inicialmente, se hace necesario dedicar tiempo a la meditación y al silencio, ya que es por esta vía por la que entra el discernimiento intuitivo, sin mediación de pensamientos. Cuando uno se encuentra en relativa calma y silencio, percibe la verdadera naturaleza de las cosas y puede adaptarse a ellas, ejecutando la táctica más oportuna en cada momento: la de adherencia, la del desvío o la de “aplicar un gramo a mil kilos” (potenciación).

El Arte de Adherirse al momento y fluir con él, se convierte en una maravillosa danza pletórica de la más pura Armonía. Cuando se logra cierto nivel, ya no se perciben oponentes, sino oportunidades yin que me brinda la vida para poder proyectar mis recursos yang; o bien obstáculos yang para poder recibirlos con mis capacidades yin.

Todo funciona armoniosamente como en un sistema de ruedas dentadas, consiguiendo un engranaje perfecto, donde si la vida me ofrece un saliente, yo pongo el hueco para encajar; si la vida me ofrece un hueco, yo aporto un saliente para rellenarlo y permitir que el círculo de la vida vaya girando y transmitiendo la energía universal de una rueda a otra, de un ser a otro.

Todo está fluyendo constantemente, todo va sincronizado, nada está aislado, ni mucho menos estático.

Medita y asume la realidad.

domingo, 17 de febrero de 2019

POTENCIACIÓN


Este principio se suele explicar con una imagen muy clarificadora que viene a resumir excelentemente la esencia de este aspecto a entrenar:

“… cien gramos pueden con mil kilos”.

Esta afirmación no parece del todo descabellada, a pesar de su rotundidad, puesto que todos conocemos lo que los antiguos griegos ya enunciaban: “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.

Los antiguos maestros se estaban refiriendo a la aplicación de lo que ha venido a llamarse el momento de la fuerza: “cuando recibas la fuerza del oponente, impúlsala con un pequeño movimiento circular que desarrolle más velocidad y energía de la que inicialmente tenía”.

Este principio consiste en actuar uno mismo como un acelerador de energías, haciéndola girar para aumentarle el momento de la fuerza, su potencia y lanzarla en una dirección que desequilibre al oponente.

Este movimiento se desarrolla mejor dentro de una curva y en ocasiones, se puede amplificar más a través de una espiral que multiplica enormemente la potencia.

Inicialmente, esta aplicación se parece bastante a la del desvío, con la característica de no soltar la energía sino de acompañarla con un giro que le dé más fuerza y velocidad. Como es natural, esta técnica tiene su momento de aplicación, antes no tiene sentido, ya que el oponente puede corregir los efectos de nuestra acción; después, ya es tarde, pues ha conseguido entrar en nuestro círculo de seguridad y está muy próximo a nuestro centro de equilibrio, por lo que tendríamos que ser unos verdaderos maestros para evitar el desastre.

Para aplicar esta técnica se ha tenido que desarrollar previamente la de seguimiento o adherencia y la del desvío, combinándola con una apropiada agilidad que nos permita imprimir la rapidez necesaria de movimientos.

Si desarrollar este aspecto en el Tai Chi Chuan es complicado y necesita de tiempo, así como de una singular maestría previamente despertada en otras técnicas, su aplicación al terreno de la vida cotidiana es todo un reto.

La transformación interior que se consigue cuando se domina este aspecto es digna de los legendarios alquimistas: usar una fuerza o problema que viene hacia ti de tal forma que en vez de que te alcance, te desestabilice y te haga caer, te ayude a ser mejor, más estable, más fuerte, seguro y sabio.

La transmutación de las fuerzas es lo que opera en la esencia de este arte.

Por ejemplo, si a tu vida llega la pobreza, no dejes que te derribe, úsala para mejorarte. Inicialmente no te opongas, no la rechaces, acéptala, sería absurdo y torpe el negar lo que ocurre. Hacerte la víctima es dejar que alcance el objetivo de tu equilibrio, de tu corazón, es hundirte y caer de bruces en sus brazos, en su dominio.  No olvides que desde la aceptación inicial es como únicamente podrás construir la estrategia a seguir y los recursos a utilizar. Si ya eres consciente de que lo tienes, úsalos, si no, debes despertarlos, porque todos están dentro de ti, solo que dormidos.

La actitud de Potenciación pasa por reactivar estos recursos que yacen en ti. Abraza las dificultades, acéptalas como un reto, dales la bienvenida pero recondúcelas haciéndolas girar dentro de ti para que no lleguen a tu centro y te desestabilicen. Aprende de la fuerza y el poder que guarda dentro de sí ese dragón llamado obstáculo.

Te ofrece inteligencia, desapego, liberación y valor, te muestra el sendero de la paciencia, te aporta fortaleza y dominio de tus deseos, que te conducirán en el sendero de la paz interior.

Que sucumbas o te hagas más fuerte sólo dependen de ti, de tu actitud y tu entrenamiento.

Con este sencillo ejemplo se puede apresar la esencia de la técnica del Arte de la Potenciación. Nunca caigas en las redes de los problemas, úsalos para salir más capacitado de lo que estabas antes de que te llegaran, potencia sus efectos sin que te derriben y dirígelos hacia tu crecimiento interior, las dificultades te catapultarán.

Medita y aprende a percibir la verdadera fuerza de las cosas.

Úsalas para potenciar lo que hay en ti.

domingo, 10 de febrero de 2019

DESVÍO

Este aspecto es mucho más conocido que el anterior y consiste en no presentar oposición a la fuerza, no buscar la confrontación, sino seguir la trayectoria inicial con algún pequeño cambio de rumbo que proporcionamos, de tal manera que la energía no logre alcanzar su objetivo.

El flujo de la fuerza no se rompe, no se corta, no se destruye, no colisiona, sino que es reconducido hacia otra dirección.

El Arte del Desvío se lleva a cabo cuando acompañamos la fuerza que viene hacia nosotros y la “invitamos” a que coja otra dirección.

Es importante reconocer de dónde proviene esa fuerza, su origen y hacia dónde se dirige, su objetivo. Cuando sentimos que va hacia nuestro centro de equilibrio y estabilidad, hacia lo que percibimos como “yo”, es cuando ponemos en práctica el arte del desvío.

Para ello hemos de encontrar el momento apropiado para aplicar esta técnica, ya que si se comienza antes de su debido tiempo, no será de utilidad, poniendo de manifiesto nuestra intención y volviéndonos vulnerables. De la misma forma, si se inicia después ya es demasiado tarde y no podremos desviar la enorme ola de energía que nos vendría encima.

Gran parte de este arte consiste en calmar el temor, aquietar la mente y agudizar la conciencia para poder apresar el momento adecuado en el que se debe aplicar.

Otro gran principio estriba en redirigir la energía hacia donde no nos desestabilice, hacia nuestra parte yin, liviana, para que ésta pueda recoger esa proyección de energía sin que ataque directamente a nuestros pilares, a nuestro yang, sin que nos logre desequilibrar.

Desviar es la opción que utilizamos normalmente cuando no deseamos lo que viene hacia nosotros. Muchos optan por rechazarla frontalmente con el gran desgaste energético que ello conlleva. Evitar la confrontación con la fuerza del oponente es la esencia de este arte.

Para entrenar el desvío en el momento oportuno, debemos establecer conexión con el adversario para saber cuándo aplicarlo, generalmente esta ocasión corresponde con brechas en su concentración, grietas en su atención por donde podemos entrar.

El verdadero objetivo del desvío es el de mantener alejada la fuerza de nuestro centro.

La proyección de la fuerza yang que el oponente realice nunca debería acercarse al centro de nuestro equilibrio, ya que si así fuera, seríamos vencidos. Se ha de mantener la emoción serena y la mente aquietada para agudizar nuestra atención y poder percibir cuándo iniciar el desvío y en qué dirección. En el momento oportuno hay que reaccionar rápida, ágil y energéticamente para que el ataque sea en vacío, desviando con autoridad la trayectoria inicial.

Como se puede observar, la serenidad, el silencio mental, la agilidad, la concentración y el seguimiento son elementos vitales para realizar el desvío con garantías.

Es importante entrenar el desvío en lo físico, para poder apresar la sutilidad de su esencia, de sus leyes, integrándolas dentro de ti, para poder llevarlas a otros planos de la vida. Hasta ahora todo lo dicho es aplicable en cualquier dimensión de la existencia, no sólo a nivel físico.

Muchas veces, cuando nos viene una fuerza inesperada no sabemos desviarla adecuadamente, no hemos entrenado lo suficiente, por lo tanto ignoramos el origen, el momento oportuno de aplicación y hacia dónde dirigirla. Nos falta calma emocional y claridad mental, nos sobra mucho apego y miedo, dureza y rigidez, somos como el granito, sin apenas flexibilidad. En estas condiciones, si consiguiéramos desviar esa fuerza tal vez no lo hagamos hacia nuestra parte yin, sino que afectaría a nuestros cimientos, a nuestro equilibrio emocional y mental.

Es de vital importancia acrecentar, potenciar y despertar la conciencia de los recursos que tenemos en nuestro interior, reconocer dónde están nuestros “yins” y nuestros “yangs”, nuestras debilidades y nuestras fortalezas, lo banal y lo trascendente, lo que puedes dejar en el camino y lo que son tus fundamentos y por lo tanto no debes abandonar.

Encontrar el origen de la fuerza hacia nosotros es una asignatura pendiente para la inmensa mayoría. Normalmente, lo que siempre decimos es “¿por qué va a por mí?”, “yo no le he hecho nada para que me ataque”, “la ha tomado conmigo” y multitud de frases similares. En el motivo subyacente de la ofensiva está el origen de la fuerza, por eso es de vital importancia encontrarlo y reconocerlo, porque es probable que podamos llegar hasta la fuente y desmontar esa proyección energética hacia nosotros antes de que salga, evitando tener que aplicar la técnica del desvío. A veces el origen está en la incomprensión, en falsas opiniones, envidias, rencores, miedos, etc… todo un abanico de sentimientos que podemos levantar en los demás en contra de nosotros.

Si bien ya hemos averiguado el origen de la fuerza, es importante reconocer hacia dónde se dirige: hacia lo que el oponente cree que somos “nosotros”, nuestros pilares, nuestra identidad.

Muchas veces lo ponemos muy fácil ya que ese “nosotros” está artificialmente hinchado de lo que realmente no somos, pero que lo hemos asimilado como propio de nuestro ser, podría decirse en otras palabras que estamos mostrando un blanco enorme, fácilmente abatible.

Es bien sencillo derribar a quien se identifique, por ejemplo, con su trabajo, ya que se sentirá herido cuando se le ataque en este aspecto. Cuando alguien se identifica con la vestimenta que porta, muestra un gran blanco para poder ser atacado, lo mismo que cuando se identifica con su casa, con su vehículo, con sus gustos, con sus opiniones, etc…

Ahora se puede percibir con claridad la cantidad de blancos que mostramos al mundo, así es bastante fácil sufrir cualquier tipo de ataque, no es necesario ahondar mucho. Cuanto más espacio vital ocupe la personalidad, más vulnerables nos volvemos.

De esta forma, el objetivo de la fuerza proyectada hacia nosotros se convierte en una diana de dimensiones muy grandes, un “yo” aumentado. La propuesta que les sugiero es localizar dentro de ese inmenso “yo” lo que en verdad no somos y dejar de tener que defenderlo, desapegándonos de ello. Al soltarlo, la diana va decreciendo en su tamaño y muchos de los ataque que iban dirigidos hacia allí, ni siquiera merecen la pena desviarlos, ya que no afectan a nuestra verdadera naturaleza, a nuestros cimientos, a nuestra estabilidad y equilibrio.

De esta manera vamos reconociendo en nuestro interior muchos aspectos “yin” que no son necesarios defender y hacia los que se pueden dirigir la proyección de la fuerza sin que nos preocupe lo más mínimo.

Si la fuerza no se va destinada a derribar tu equilibrio, déjala pasar y si va hacia él desvíala resueltamente.

Medita y entrena en todos los planos para saber desviar.

domingo, 20 de enero de 2019

FLUIDEZ

Para poder obtener una compresión más plena de este aspecto podríamos recurrir al concepto del deslizamiento, de la naturaleza del agua, de la mínima fricción entre elementos.

Cuando algo fluye, no hay esfuerzo, no hay desgaste ni oposición alguna. Lo que si hay es aceptación de la realidad, adaptación a ella y aprehensión del sentido de lo que está ocurriendo, a la vez que mantenemos una actitud de colaboración en todo momento. No me refiero a la aceptación como rendición, sino como primer paso necesario para poder establecer una adecuada respuesta. Negar lo que ocurre te inhabilita poder cambiarlo.

No puede existir interrupción alguna en la acción, por el simple hecho de que la vida misma es continua, aunque cambie en su forma. Cuando vemos a un practicante de Tai Chi Chuan fluyendo armoniosamente con sus movimientos al igual que lo hacen las hojas de los árboles con la brisa de la tarde, nos puede parecer que todo es muy fácil y sencillo.

Pero no lo es. Hemos de atrapar las claves que rigen la fluidez, la esencia que la anima para poderla llevar a cabo allí donde nuestra voluntad decida, ya sea en el mundo externo o interno.

Se logra fluir en el Tai Chi Chuan cuando realizamos cada nueva forma naciendo de la anterior, sin interrupción, sin obstáculos, con una respiración continua, profunda y a la vez suave, con armonía entre las figuras que dibuja el cuerpo, la proyección de la energía, la pacificación de la emoción estable y el vacío de la mente libre.

La gran maestra por excelencia es el agua. Ella nos enseña maravillosamente cómo ha ser nuestro comportamiento. Todos recordamos la enseñanza de los maestros taoístas cuando nos aconsejan: “Sé como el agua”.

Observemos que la “voluntad” del agua, su propósito, estriba en llegar al mar, y no en cómo hacerlo, de eso ya se encargará la Vida. El método y la forma a seguir no le preocupan, por eso no se molesta en luchar, se adapta y cede porque no va en ello su interés. Cuando encuentra una montaña en su camino, la bordea; cuando se topa con una piedra que le impida el paso, la envuelve. Tampoco tiene prisa, dispone de todo el tiempo de la existencia, ¿para qué apresurarse? Es brava y corre cuando así le dicta el entorno. Es mansa y suave cuando el desnivel lo permite, no está apegada a la apariencia ni a la forma, por eso las contiene todas. Por ello, estos aspectos no afectan al agua, sabe que su destino ultérrimo es el mar y eso le basta.

El ser humano tiene que aprender mucho del agua.

En primer lugar, la mayoría de las personas no tiene definida cuál es su verdadera voluntad, su destino, su propósito en la vida, con la claridad que lo tiene el agua, por lo que va de aquí para allá, malgastando su tiempo y energía, sin orientación que encamine sus pasos. Es necesario saber lo que se quiere, reconocer el anhelo íntimo que tira de ti, que te inspira a cada instante, para poder fluir hacia él sin interrupciones. No se debería olvidar en ningún momento de la vida.

En segundo lugar, caso de haber reconocido el propósito, la persona se haya generalmente apegada a la forma en que ha de llevar a cabo esa voluntad, dilapida su tiempo en las apariencias, imponiendo condicionantes en aspectos que son triviales, desviándose continuamente de su propósito para poder atender a la forma en que quiere conseguirlo. Por ese motivo, se va dando encontronazos con todo lo que se le cruza, no se adapta a nada, pensando que el mundo tiene que acomodarse a la forma requerida por él.

En tercer lugar, el ser humano no tiene la paciencia del agua ya que se ve como algo efímero y temporal, no como la vida que existe de forma continuada. Por lo que se apresura torpemente en alcanzar el objetivo que definió para sí mismo, con las limitaciones propias que la vía elegida impone.

Tal vez ahora podamos ver más claramente los errores que se suelen cometer y que nos impiden fluir: la falta de orientación clara, la exigencia en la manera particular de conseguirlo, y por último, la definición de un corto periodo de tiempo para llegar al objetivo.

Deberíamos aplicar humildad para adaptarnos al entorno y ceder en lo que no importa (la forma), profundizando en nuestro ser más interno, sin engaños, manipulaciones externas o propias, ni estereotipos de ningún tipo; reconocer en nuestra naturaleza real lo que verdaderamente importa (percibir claramente nuestro objetivo y propósito en la vida) y, por último, saberse eterno, no en cuerpo, sino en vida. Los maestros ya han dicho que la vida no tiene contrario, lo opuesto a la muerte es el nacimiento.

Fluye libremente hacia tu propósito en la vida, no te apegues a tus formas, a tus miedos, a tus alegrías,  a tus hábitos o tus gustos, porque si te quedas parado y quieto, sufrirás el envite del universo entero que no cesa de fluir. No atrapes nada, suelta, libérate y colabora resueltamente con el sentido de lo que ocurre en cada momento.

domingo, 13 de enero de 2019

AGILIDAD

Esta propiedad es tan familiar a nuestra mentalidad, que apenas profundizamos lo suficiente como para poder atrapar su verdadera naturaleza, su esencia.

Para entrenar la agilidad hemos de saber adaptarnos a nuevas situaciones de forma intuitiva, sin elucubraciones mentales, sin pensamientos previos. Por lo tanto, ha de mantenerse una mente libre de obstáculos para que pueda captar el sentido de lo que ocurre en cada momento; se ha de estar concentrado en el Aquí y el Ahora.

Por un lado, habría que entrenar el cuerpo físico para que sea vehículo eficaz y rápido antes los cambios imprevistos, por ello han de cultivarse la fuerza y la elasticidad en grado suficiente y armonioso.

Adicionalmente a la agilidad, hay que tener bien presente la capacidad de mantener el equilibrio de forma continuada, ya que de nada sirve ser ágil si nos descentramos y caemos con los cambios realizados.

Todo esto viene integrado en una disposición energética apropiada y lista para entrar en funcionamiento a la más mínima señal.

La agilidad se debe entrenar en múltiples ocasiones y en diferentes escenarios. Repetir y repetir los movimientos, unas veces lentamente, para apresar su esencia y equilibrio, y otras de forma dinámica, más rápida, para poder capturar la esencia del cambio dentro del equilibrio del movimiento.

Cuando hayamos asimilado los elementos que intervienen en la agilidad física, podremos adentrarnos en la sublimación de esos elementos a nivel interno.

Aquí todo es mucho más difícil. En el mundo físico, así como en el resto de planos, la agilidad se consigue aceptando lo que está ocurriendo sin poner obstáculos, reaccionando rápidamente. Se pueden imaginar lo que ocurriría si, ante los cambios que nos acontecen, nuestra actitud fuera la de negación de la realidad, utilizando frases como “no puede ser”, “esto es injusto”, “¿por qué a mí?”, y así un larguísimo etcétera. Con esta actitud perderíamos la agilidad del cambio ya que derrocharíamos un tiempo precioso dialogando con los pensamientos, en protestas inútiles y para cuando de nuevo nos “asomemos” a la realidad ésta ya habrá cambiado, surgiendo dentro de nosotros nuevas negaciones, y así constantemente. Por ese motivo, con frecuencia, nos va tan mal ante los acontecimientos que nos salen al encuentro, pensamos demasiado y actuamos tarde, mal y sin relación con lo que en ese momento está sucediendo.

Todo esto se vuelve mucho más escurridizo en el plano emocional así como en el mundo mental.

Deberíamos practicar una cierta desafectación ante las emociones que brotan de nuestro interior, reconocer que, aunque sean naturales, no deberían ser salvajes, al igual que la lluvia, que siendo fina y suave trae la vida y si cae torrencial, la aniquila. Cuando en ocasiones nos sintamos tristes y deprimidos, es muy útil recordar que ese sentimiento es temporal y no dejar que nos arrastre hasta perder el equilibrio, no olvidemos que ésa es la joya que nunca hay que soltar, la de la armonía. Lo mismo ocurrirá cuando nos sintamos eufóricos, sería aconsejable desafectarnos lo suficiente como para poder coger distancia y no perder el equilibrio. Igualmente es aplicable a las otras emociones como el miedo, la desesperación, etc.

Si bien las emociones surgen de nosotros, no somos ellas, son una emanación de nosotros. Nosotros somos quienes producimos el sentimiento, la emoción; somos el creador, no lo creado; intentemos romper los lazos que nos hacen creer ser lo que no somos; el sol no es su radiación, es mucho más. Con la práctica de la meditación podrás distinguir entre tu real naturaleza y lo que emana de ti. Sólo así, liberándote lo suficiente de los elementos emocionales, es como puedes llevar a cabo la agilidad del cambio a este nivel. Si estás apegado no querrás soltar, te faltará presteza y perderás la capacidad de adaptarte al cambio constante de la vida.

En el mundo mental ocurre algo similar, pero en vez de trabajar el desapego de tus emociones, hay de trabajar el desarraigo de tus opiniones, en el sentido de no depender de ellas, de no depender del reconocimiento que los demás hagan de ellas. No necesitas llevar la razón en todo para poder estar seguro de ti mismo, así sólo alimentarás un falso equilibrio que lo hará depender de otros. Recuerda que no debes soltar esa joya divina que es la armonía.

Uno de los principales enemigos en el mundo mental es el hábito que te inhabilita la conciencia y te imposibilita el cambio, te vuelve torpe, sin capacidad de reacción, como un bloque monolítico. En el plano mental hay que cultivar el Aquí y el Ahora, por ejemplo fíjate en cómo te atas los cordones, cómo comes, cómo respiras, qué postura tiene tu espalda, cómo tienes tus hombros, cómo caminas o corres, hacia dónde diriges tu mirada. Mantenerse aquí y ahora es practicar conciencia y por lo tanto, las condiciones idóneas para entrenar agilidad y reaccionar prestos y adecuadamente a los cambios de la vida.

Cuando consigas la libertad de tus emociones, de tus opiniones y de tus hábitos, mediante el correcto entrenamiento constante de una observación fina y aguda, podrás fijar todo avance a través de una apropiada meditación dentro de tu Sagrado Silencio Interior, podrás capacitarte para cambiar en cualquier momento y te volverás ágil, no estarás atado a nada, excepto a tu consagrado equilibrio.

Surfea la Vida.