domingo, 24 de febrero de 2019

ADHESIÓN

He aquí uno de los aspectos más significativos y característicos de la práctica del Tai Chi Chuan. A la mayoría de las personas les deja perplejos y asombrados esta faceta, sobre todo a los que posean una mentalidad marcadamente occidental. Es un tema clásico de este Arte Marcial.

En esencia es una aplicación más de lo lleno y lo vacío, de lo pleno y lo débil, pero debido a su peculiar y trascendente uso en la vida cotidiana, está justificado dedicarle más tiempo para ayudar a su comprensión y puesta en práctica.

El principio de adherencia se fundamente en que al ser atacados, al recibir una energía yang, nosotros mostramos nuestra faceta yin, de tal modo que su impulso encaje en nuestro vacío, también se podría explicar como la táctica de envolver el yang externo con nuestro yin y así encapsularlo hasta agotarlo.

Por otro lado, cuando descubrimos algún yin (debilidad) en el oponente, rápida y automáticamente le proyectamos nuestro yang, de tal forma que no haya distanciamiento entre su retirada y nuestro seguimiento. De esta forma se anula la oportunidad del reataque, evitando la separación entre el oponente y nosotros.

Este principio, en la práctica, es sumamente escurridizo y sutil.

Se podría sintetizar la esencia de la adherencia en dos frases:

Cuando viene hacia mí, jamás me encuentra.
Cuando se retira, siempre le acompaño, nunca me separo.

No generar distanciamiento con el oponente. Cuando me enfrenta, encuentra un fantasma, cuando se retira encuentra una montaña que le sigue.

La práctica de este principio requiere tener entrenados los aspectos de la concentración y la agilidad. El primero para percibir instantáneamente el cambio de ritmo en el oponente, la segunda para adaptarnos automáticamente a él. No es suficiente con lo que yo quiera hacer, sino percibir lo que el momento requiera de mí y me permita realizar.

Si en vez de tener una persona por oponente, tuviéramos algún obstáculo en la vida, podríamos intentar establecer métodos y estrategias para poder aplicar las mismas tácticas.

El verdadero oponente nunca es una persona, es la falta de recursos, la ausencia de capacidad en nuestro interior que nos impide solventar el obstáculo que la vida nos pone por delante. El verdadero oponente es la falta de concentración, de agilidad, de disposición total al cambio.

Hemos de detectar naturalmente cuándo viene yang del exterior y cuándo viene yin, cuándo nos empuja o cuándo nos atrae, cuándo nos impone y cuándo nos hace caer en sus redes. Para esto, inicialmente, se hace necesario dedicar tiempo a la meditación y al silencio, ya que es por esta vía por la que entra el discernimiento intuitivo, sin mediación de pensamientos. Cuando uno se encuentra en relativa calma y silencio, percibe la verdadera naturaleza de las cosas y puede adaptarse a ellas, ejecutando la táctica más oportuna en cada momento: la de adherencia, la del desvío o la de “aplicar un gramo a mil kilos” (potenciación).

El Arte de Adherirse al momento y fluir con él, se convierte en una maravillosa danza pletórica de la más pura Armonía. Cuando se logra cierto nivel, ya no se perciben oponentes, sino oportunidades yin que me brinda la vida para poder proyectar mis recursos yang; o bien obstáculos yang para poder recibirlos con mis capacidades yin.

Todo funciona armoniosamente como en un sistema de ruedas dentadas, consiguiendo un engranaje perfecto, donde si la vida me ofrece un saliente, yo pongo el hueco para encajar; si la vida me ofrece un hueco, yo aporto un saliente para rellenarlo y permitir que el círculo de la vida vaya girando y transmitiendo la energía universal de una rueda a otra, de un ser a otro.

Todo está fluyendo constantemente, todo va sincronizado, nada está aislado, ni mucho menos estático.

Medita y asume la realidad.

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