domingo, 17 de marzo de 2019

PROYECCIÓN


Este atributo también es uno de los más característicos del Tai Chi Chuan, cuando se alcanza su verdadera naturaleza, todo se percibe más claro, diáfano y simple.

Para comprender adecuadamente este principio, hemos de ver algunos elementos previos que nos ayuden a encajar todo en un solo acto de proyección, como son: determinación del objetivo, tipo de energía a proyectar y medio apropiado.

Al igual que todo lo que participa de Vida, nuestra proyección debe observar los principios del Triple Logos, que viene a ser, resumidamente,  la voluntad, la energía y la forma.

En el mundo del Tai Chi Chuan se despierta la capacidad de la concentración de la mente sobre el objetivo, se desarrolla la acumulación del Chi en el Tantien y finalmente se librera proyectándolo a través de las manos, pies, codos, hombros, etc…

Para ello se ha de crear un excedente de Chi en el Tantien que pondremos a circular mediante la respiración abdominal dirigida por una mente estable y un corazón sereno. Una vez se ha ido alimentado convenientemente este Chi hasta su apropiado desarrollo, se le hace girar como un carrusel, subiendo por nuestra columna vertebral cuando el aire sale y bajando por el pecho cuando entra. En cada ciclo se va aumentando la fuerza y la velocidad, hasta que llegue el momento de lanzarlo, entonces lo sabremos.

Finalmente, la mente dirige esta avalancha de Chi como si tuviera la fuerza de un tsunami.

En la vida cotidiana los principios son los mismos, por ello el Tai Chi nos ayuda a saber vivir más plenamente, nos va entrenando para la Vida.

En primer lugar hemos de fijar nítidamente nuestro objetivo, poner toda nuestra voluntad y propósito en alcanzarlo, eliminando las dudas e incertidumbres que nos minan la capacidad de llegar hasta él.

En segundo lugar habremos de tener claro qué es aquello que deseamos proyectar hacia ese objetivo, ya sea simplemente fuerza, energía interior, amor, comprensión, protección, entusiasmo, etc. Es necesario definirlo con nuestra mente sin oscilaciones de pensamientos que lo enturbien ni lo difuminen y recrearlo firmemente en nuestro corazón, sin miedos que nos paralicen. Una vez cargados, activamos los recursos de la concentración que ya fueron explicados en capítulos anteriores. Percibir con serena claridad la seguridad de verlo ya como un hecho de facto.

En tercer lugar, hemos de determinar el medio más adecuado para proyectar lo que deseamos. Conseguir toda la energía de la que podamos hacer acopio y no renunciar a ningún medio para proyectarlo. Podremos usar la palabra, la mirada, un gesto, las manos, incluso el silencio profundo.

Nuestra proyección, trabajada de esta manera, ahora posee la voluntad que la dirige, la fuerza que le da la esencia y la forma que caracteriza su manifestación, reproduciendo como se dijo antes, los tres principios básicos de la creación.

Este proceso que se ha indicado es lo que habría que entrenar hasta conseguir realizarlo como un todo armonioso, integrándolo todo en UNO. En verdad, se necesita mucho entrenamiento para conseguir una correcta proyección.

Es importante no cometer el error de percibir este objeto como algo fuera de ti, como algo externo que no tiene nada que ver contigo, ya que, de esta forma proyectarías solamente a la cáscara, a las ramas.

Debes lanzar la energía a la raíz, al corazón, a la parte interna de tu objetivo para que allí pueda llegar tu energía, fundiéndose con su misma esencia. Allí se mezcla y es aceptada como si esa fuerza proviniese de su interior, no existiendo rechazo.

Los maestros de la proyección realizan el acto sin necesidad de cursar todos los pasos del principiante, simplemente ya tienen el excedente de energía disponible, el corazón siempre puro y la mente fuerte y diáfana.

La vía de la proyección es una de las mejores para ayudar a evolucionar, si no, ¿de dónde crees que te ha venido esa energía que percibes desde tu interior y que a veces te sorprende?

De esta manera te convertirás en un eslabón más de la cadena de colaboradores en este mundo.

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