domingo, 25 de noviembre de 2018

ENRAIZAMIENTO

Este aspecto es un clásico del Tai Chi Chuan y del Qi Gong. Por enraizamiento se entiende el estado en el que la Madre Tierra y tú, sois Uno.

Todos sabemos de los circuitos energéticos que recorren el cuerpo.  La acupuntura trabaja con ellos para restablecer la salud. De todos ellos hay uno de vital importancia que comienza en la planta de los pies, y muchos de ellos finalizan o terminan en los laterales de las uñas. El enraizamiento consiste en desarrollar una conexión de esos canales con la Tierra.

Con la práctica y un adecuado entrenamiento, basados en una correcta respiración, se consigue despertar esa conexión a través de las plantas de los pies, de tal modo que progresivamente se va estimulando la conectividad de esos canales energéticos, desarrollándose en profundidad y fortaleza, diversificándose y  adentrándose en la Tierra, a modo de raíces, pero en este caso, no físicas, sino raíces energéticas.

Cuando se ha conseguido un enraizamiento adecuado, se siente la fuerza de una montaña y uno se vuelve prácticamente inamovible. Los pies no pisan simplemente el suelo, sino que parecen como si se expandieran para abrazar mejor la Tierra, abriendo los canales para que la energía comience a fluir en ambas direcciones.

La esencia del enraizamiento es la de establecer enlace sólido con nuestro “hogar”, la Tierra. Física, energética, emocional y mentalmente provenimos de ella y a ella volveremos. La fuerza telúrica actúa en el practicante de Tai Chi Chuan como un resorte de amplificación de la energía proyectada hacia ella desde nuestro Dantien.

Cuando se medita en ello, se descubre que uno mismo y la Tierra, son lo mismo, que no existen diferencias significativas, simplemente parte del material de la Tierra se ha reagrupado temporalmente para forjar ese sueño que es el milagro de la vida individual manifestada, hasta que ese sueño se diluya.

El enraizamiento es el reconocimiento de esa unidad, no sólo a nivel mental, sino también a nivel emocional y energético. Representa la comunión con la fuerza telúrica de la Madre Tierra, la identificación con ella.

Enraizar significa buscar tus cimientos, aquello que es inamovible. El árbol se basa en la raíz para crecer. Debemos buscar nuestras raíces, nuestra esencia original y crecer desde ella. Cuando una persona basa sus raíces en opiniones, fácilmente viene el huracán de la vida para tumbarla. Deberíamos ir más allá de las opiniones, ahondar y buscar lo que existe en lo más profundo nuestro.

En esta búsqueda se debe de tener mucho cuidado, porque buscamos las raíces y tal vez lo que hallemos no concuerde con nuestras expectativas. No busques lo que te gustaría encontrar. Hay que desplegar una cierta valentía porque no sabes lo que puedes hallar. Siendo sinceros es como únicamente se puede crecer, porque en esa sinceridad está la garantía de tu imparcialidad. Sólo si encuentras tus raíces podrás crecer.

Aprende la técnica del enraizamiento y úsala, jamás te sentirás solo, percibirás la fuerza de la Madre a través de ti.

Descubre y desarrolla tus verdaderas raíces.

domingo, 18 de noviembre de 2018

PLENITUD Y VACÍO

En verdad, resulta algo complicado para las mentes occidentales acercarnos a la comprensión plena de estos dos aspectos que aunque parecen antagónicos, se necesitan uno al otro para poder recrear la Danza del Tao: la plenitud y la vacuidad, lo lleno y lo vacío. 

Todo tiene su Tai Chi, su Esencia. En este mundo manifestado y mesurable todo es relativo y lo que es grande para unos patrones, es chico para otros, lo que está lleno para unos, está vacío para otros.

Se dice que algo tiene naturaleza Yang cuando exhibe con fuerza su esencia, cuando brilla como el sol y muestra su verdadera naturaleza con energía.

Cuando algo tiene naturaleza Yin exterioriza con suavidad y sutilidad su esencia, brilla con luz reflejada y muestra su verdadera naturaleza receptiva con apacibilidad y entrega.

En Tai Chi Chuan frecuentemente se hace referencia a lo lleno y lo vacío. Por ejemplo, cuando cargamos más peso en una pierna que en otra, se suele decir que esa pierna se encuentra más llena que la otra, que participa más de la esencia Yang.

Con respecto a la respiración, se dice que su fase Yang corresponde a cuando expiramos y proyectamos el aliento, y su fase Yin a cuando inspiramos. Pero todo depende desde dónde observemos. Si nos posicionamos fuera del cuerpo, Yang es cuando se proyecta el aire hacia el exterior y se puede percibir su empuje. Sin embargo, visto desde dentro, el Dantien se encuentra vacío, se encuentra Yin, al no contener la esencia del Qi del aire. Esto significa que cuando se expira, realizamos Yang al exterior y Yin en el interior.

De la misma manera sucede cuando inspiramos, cogemos aire de fuera y ejecutamos Yin, pero dentro el efecto es de Yang, puesto que el Dantien se vuelve pleno.

La energía, cuando es plena, sale y se expande, como los rayos del sol. Sin embargo, cuando está en vacío, está expectante, se recoge y sólo recibe otras energías. Dar tiene naturaleza de plenitud; recibir es dinámica de vacío.

En todos los planos podemos mostrar plenitud o vacío, depende de lo entrenado que estemos y del entorno que nos rodee.

Un ejemplo nos vendría bien, si sabemos o tenemos mucha experiencia en algo, tendemos a dar consejos, de mostrar nuestro aspecto Yang, sin embargo, hay momentos en los que a pesar de nuestro bagaje lo mejor es callar y simplemente acompañar a la persona, en resumen, de mostrar nuestro aspecto Yin. Es necesario estar prestos para identificar claramente las situaciones.

Por lo tanto, hay que tener precaución porque a veces nuestra actitud Yang de plenitud, de dar, no encaja con el estado de los otros. Cuando nuestro Yang no está en consonancia con el momento de los demás, ya sea porque no estén Yin, se encuentren cerrados, o bien se encuentren Yang, no debiéramos mostrar nuestra plenitud, ya que en este caso estaríamos imponiendo en vez de dando. Hay que vigilar el estado en el que se encuentra nuestro receptor y estar bien atento a su aspecto. Existe un delicado puente entre dar e imponer, precaución.

De la misma manera, hay que estrechar la vigilancia para reconocer que un Yin receptor encaja con la naturaleza de un Yang que ofrece. De lo contrario, esta naturaleza Yin estaría quitando lo que ningún Yang le da, estaría hurtando lo que no le están ofreciendo. No es lo mismo recibir que apoderarse.

Por ello es extremadamente necesario ser conscientes de la naturaleza plena o vacía de las personas con las que nos relacionamos, para poder encajar nuestro vacío con su plenitud y nuestra plenitud con su vacío.

Obviamente, tenemos que dominar nuestras emociones y pensamientos para poder cambiar nuestro estado en función del entorno. Si nuestras emociones quieren dar, hay que examinar si es el momento de hacerlo, ya que tal vez no sea aconsejable. De la misma manera, si nos sentimos vacíos y deseamos recibir, tener presente la naturaleza de quien tenemos cerca, porque tal vez no sea el momento adecuado para recibir y debamos llenarnos de nosotros mismos, en vez de exigir lo que nadie nos está ofreciendo.

Para que todo esto funcione armónicamente, hemos de estar atentos y vacíos para poder percibir el estado de los demás. Si nos mostramos siempre pletóricos nuestra energía saliente nos cegará y no permitirá que percibamos lo que ocurre fuera.

Por lo tanto se deduce que tenemos que poseer la capacidad de plenitud, en todos los aspectos y planos posibles, pero hemos de mantenernos silentes. Hay que estar llenos de vitalidad, energía, amor, conocimientos, pero el saber cuándo mostrarlos es de suma importancia.

Quien nada tiene, nada puede dar. Llénate y prepárate. Domina lo que muestras en cada momento. Percibe el sutil hilo de la vida para saber encajar tu actitud en cada instante, sin perturbar la armonía natural de las cosas, del entorno.

Sé pleno pero permanece vacío para percibir. Sólo tú controlas lo que sale de ti y cuándo es el momento.

Distingue a primera vista los aspectos que manifiesta el mundo externo. Aprende qué es Yang y qué es Yin, qué está pleno y qué está vacío.

Interioriza estas naturalezas hasta verlas claramente.

Vive internamente en la Plenitud del Yang.

Permanece externamente en el Vacío del Yin.

Tú decides qué mostrar.

domingo, 11 de noviembre de 2018

EL EQUILIBRIO

Este concepto es sutil y fino, como un hilo de seda; es transparente y difícil de apresar, tanto es así, que muchos pasan por esta vida sin conocer su naturaleza ni poder experimentarla desde dentro.

Para verla hay que mirar a través de lo visible y contactar directamente con el centro, con el eje, con lo invisible.

Se puede hablar del equilibrio a nivel físico, energético, emocional o mental. Todos parecen diferentes pues tratan con elementos de diversa índole y naturaleza, pero tras ese velo de aparente diferencia se esconde la misma esencia, la misma realidad, la misma ley. Busquémosla.

En la práctica del Tai Chi Chuan, lo primero que se enseña es a conseguir y mantener el equilibrio físico, en primera instancia, estático y posteriormente a través del movimiento continuo. Depende de algunos factores entre los que cabe destacar la fortaleza y la elasticidad de los tendones.

El equilibrio físico se encuentra en no hacer ni mucho ni poco, lo justo para no ejercer fuerza y mantener todos los opuestos ajustados en la mínima tensión y sentidos opuestos: lo de arriba con lo de abajo, lo de delante con lo de atrás, lo de fuera con lo de dentro, lo de un lado con el otro. Crear la balanza con tu propio cuerpo para que no caiga hacia ningún lado, mantenerla como suspendida del cielo.

Equilibrar el brazo izquierdo con la pierna derecha, la cabeza con el sacro, la coronilla con el mentón, así con todo, toma conciencia de cada parte por separado y luego de todo el conjunto, tómate tu tiempo, es necesario despertar esa sutil sensación integral del equilibrio.

Dentro del mundo energético encontraremos el equilibrio a través del no esfuerzo, de la suavidad, de la fluidez y la continuidad, respiración ajustada a esfuerzo y coordinada con la intención del movimiento, proyectándola a través de las manos y dedos y recepcionándola en el Dantien.

En el plano emocional el equilibrio se logra ajustando los opuestos en naturaleza y potencia, a través de la libertad y la disciplina, el amor y el desapego, la confianza y la precaución, cultivando sendos opuestos de forma equilibrada y pareja, para que la balanza no se incline en sentido alguno.

En el plano mental podemos hablar del equilibrio cuando trabajamos la mente a través del conocimiento, el aprendizaje y la memoria, mediante la concentración, y también cuando descansamos la mente a través del olvido, el desprendimiento, la intuición y el vacío, mediante la observación.

Como se dijo al principio, se trata de trabajar diferentes elementos en los sentidos opuestos. Multitud de planos, misma ley.

Cuando todo se entrena en un todo conjunto, aparece la chispa divina del equilibrio más sutil, llamado también del espíritu.

Entonces, haciendo nada, se hace todo, con lo mínimo se llega a lo máximo. La conciencia se abre a la comprensión de frases como éstas.

La maravilla del Tai Chi Chuan va más allá, no sólo es la obtención de este equilibrio, sino la constante búsqueda de ese escurridizo equilibrio mientras estamos en movimiento, en cambio continuo, lo que altera constantemente el centro sobre el que crear el equilibrio.

Este es un desafío como hay pocos en el mundo. Es la vida misma. Cuando estamos sentados cómodamente o erguidos, es fácil encontrar el equilibrio, pero si tenemos que subir por una montaña o surfear una ola, eso ya es otra cosa.

La vida nos pide el equilibrio del Tai Chi Chuan, saber encontrar la armonía y la estabilidad a través de los problemas, de los retos para poder reencontrar en todo momento nuestro centro, a pesar de los cambios.

La búsqueda ha de hacerse hacia el interior para poder hallar ese equilibrio y afianzarlo, hasta sentirlo en lo más profundo de nuestro ser. Cuando lo hayamos conseguido lo volvemos a perder a conciencia para poder entrenar la búsqueda una y otra vez. En cada repetición se ha de encontrar el equilibrio en menos tiempo, cada entrenamiento debe acortar el periodo necesario para obtenerlo. Lo siguiente es dejarlo de buscar con la mente y buscarlo atrayendo la sensación que acompaña al equilibrio cada vez que lo realizamos. Esto sí que es importante, dejar de pensar y aprehender el sentido resueltamente.

Cuando esto se está logrando en cierto grado, hay que conseguir no perderlo con el cambio constante, con lentitud al principio, pero de forma fluida. Aquí aparece un nuevo problema: la reubicación permanente de nuestro centro de gravedad y por lo tanto, de todos los elementos que rodean a ese centro, pies, brazos, cabeza…. Ideas, sentimientos, energías…

Si esto parece difícil, lo es aún más el mantener ese equilibrio en el tiempo, pues requiere de una atención constante hacia el interior, de tal forma que nunca abandonemos la sensación interna del equilibrio, a pesar del cambio.

Conservar la atención interna es la verdadera dificultad, pues la mente normalmente la tenemos poco educada y es inestable, la atención se va constantemente a los pensamientos, no a la realidad de la sensación del equilibrio.

Cuida tu equilibrio como el don más preciado, custódialo. Lo que tú eres se encuentra en tu centro y en tu centro yace el equilibrio, luego tú eres tu equilibrio, sin él pierdes tu identidad.

domingo, 4 de noviembre de 2018

EL PENSAMIENTO


Es de crucial trascendencia comprender este aspecto a entrenar, ya que representa uno de los problemas más habituales a la hora de la práctica del Tai Chi, y de la vida en general.

En este trabajo y en este escenario en el que nos estamos manejado, podemos asimilar los pensamientos a las elucubraciones mentales que realizamos sobre lo que percibimos, ya sean objetos materiales, energéticos, emocionales o mentales.

Los pensamientos se dan en la mente, pero deben ser educados, como las emociones, para que, en vez de interferir, nos ayuden a conseguir nuestros objetivos. Los grandes maestros han dicho que la mente bien educada es el mejor aliado, de lo contrario, se convierte en el peor de tus enemigos, porque conoce todas tus debilidades y las ataca constantemente.

Los pensamientos vienen a la luz de la conciencia como una serie de diálogos internos, soliloquios que justifican sólo aquellos aspectos de la realidad que quieren justificar, en función de sus gustos y hábitos, ven lo que quieren ver y no la realidad misma, sólo capturan un mapa subjetivo de ella. Eso es lo que muestran a la conciencia, un borrador, un croquis, un plano, un mapa de lo que Es, de la realidad. Lo más triste es que nuestra conciencia se cree sin dudar, todo lo que proviene de los pensamientos, como si fueran la realidad misma, y no una distorsión, una simple interpretación de ella.

La conciencia percibe lo que hay sobre el cristal de la mente antes de lo que hay detrás de él.  Un ejemplo vendría muy bien. Cuando conducimos y el parabrisas del coche está limpio, no lo percibimos, ya que deja pasar la luz de todo lo que hay detrás, deja ver todo lo que existe fuera del coche, no interfiere, es transparente. Cuando el parabrisas está sucio o está lloviendo copiosamente, a la conciencia le cuesta enfocar la realidad externa y con frecuencia se fija en lo que hay sobre el parabrisas. De nosotros depende enfocar el parabrisas o enfocar más allá, nosotros decidimos siempre dónde poner nuestra conciencia.

En la vida ocurre lo mismo, siempre podemos elegir entre enfocar nuestra conciencia a los pensamientos o más allá. La mayoría de las personas deciden quedarse contemplando sus pensamientos de forma habitual, así es normal que se estrellen ya que no ven la realidad de lo que les rodea. Es necesario mirar más allá del cristal, más allá de los pensamientos, hasta ver clara y nítidamente la carretera, la vida.

Como antes se dijo, con los pensamientos no cabe la lucha, no cabe el diálogo. Dialogar con los pensamientos es un engaño, ¡el diálogo es su arma!, usar pensamientos para combatir pensamientos no sirve. Como ya se apuntó antes, la estrategia que ha de usarse es la de cambiar la atención a otra realidad. No luches, sustituye la acción, enfoca más allá.

Un elemento que juega un factor importante en este proceso es el que se ha mencionado en el capítulo anterior de la emoción. Cuando no hay paz, cuando sólo existen conflictos, la mente no cesa de crear pensamientos para solucionarlos. Si la emoción ya está pacificada, es mucho más fácil el camino. Se puede hablar de la emoción como del terreno en el que se hunden los cimientos del edificio donde se crean los pensamientos. Si la emoción es inestable y conflictiva, la mente genera muchos pensamientos.

La utilidad de los pensamientos estriba en aprender, planificar, buscar soluciones entre otras actividades de carácter evolutivo. Fuera de esto no debería tener cabida en la mente, no tiene sentido. Actualmente estamos en una fase de aprendizaje del uso de la mente. Al no conocerla, no la podemos dominar, por ello hacemos un uso inapropiado de ella, generando innumerables pensamientos que no sirven para nada. Esto marca nuestro plan evolutivo actual: capacitar nuestra mente para que deje de “jugar”, de mirar “su ombligo” y observe el universo y sus leyes, para poder convivir en él en perfecta simbiosis, como hace el resto de seres, en plena armonía.

Si necesitáramos un ejemplo, podríamos relacionarlo al uso que dan las aves de sus alas cuando son polluelos. Al principio, lo único que hacen es batirlas, no las usan para lo que son, no alzan el vuelo. Nosotros estamos igualmente batiendo nuestros pensamientos en el aire de la mente, pero sin volar todavía, no sabemos darle su verdadera finalidad. Cuando maduremos usaremos los pensamientos para volar en el cielo de la mente, superando los obstáculos y dificultades que encontremos, para aprender, no para entretenernos.

En verdad, si se reflexiona un poco en la palabra entretenimiento se puede percibir un sentido de distracción: entretener, entre – tener, que es lo mismo: tener la conciencia entre una cosa y la otra, entre un objeto y el otro, entre un pensamiento y otro. La conciencia está constantemente vapuleada, es capturada y apresada, va como una pelota de aquí para allá. ¡Así se nos va el tiempo! Y después nos quejamos de no tenerlo en la cantidad suficiente… y para qué, ¿para volver a entretener nuestra conciencia en vez de despertarla?

Pensar constantemente es como pretender usar a toda costa los pies hasta cuando estamos durmiendo. ¡No hay necesidad de estar siempre pensando! Cuando se usan los pensamientos para tareas que yo llamo de “ocio”, para entretener a la conciencia y distraerla de la realidad, nos estamos perdiendo la vida misma. Perdemos el tiempo y los pensamientos se hacen los dueños de la conciencia, ésta finalmente se cree que su naturaleza es la de los pensamientos pues es el espejo en que se mira constantemente.

Aquí es cuando hay que actuar.

¡No somos pensamientos, somos Conciencia!

¿Pensamientos? Si, por supuesto, pero ocupando su debido lugar, no más.