Los principios
están ahí, el apresarlos es cuestión de resolución, tiempo y paciencia.
Dónde
aplicarlos depende de ti, los límites los estableces tú, no tiene por qué
agotarse con la práctica de la forma del Tai Chi Chuan; es más, debería
extenderse más allá para que abarque lo que aún no está en sintonía con lo Uno,
para recobrar la salud y la integridad.
De esta forma
he ido elevando el plano vibratorio de aplicación de los maravillosos
principios del Tai Chi, que, en el fondo no son otros que los principios que
usa nuestra madre Naturaleza
Primero,
plasmarlos a nivel físico, con sus cambios, proyecciones, suavidad y
flexibilidad.
Más tarde hay
que desarrollar la capacidad de ir aplicándolos a nivel energético, con los
diferentes tipos de respiración, circulación, condensación y vibración.
El siguiente
paso que yo uso es el de integrar lo conseguido en cada momento y no abarcar
más de lo que podemos en realidad. Me refiero al hecho de aprender a aplicar
los principios en el cuerpo físico y en el pránico o energético a la vez, en
plena sintonía y armonía entrelazada de los dos.
Con este
método, tal vez se vaya más lento, pero el avance es firme como una montaña.
Después se
comienza con el plano emocional, distinguiendo claramente los componentes Yin y
Yang como paso previo y obligado para poder entablar una relación bella y
armónica con los diferentes elementos. Así aprenderemos que el cambio a este
nivel pasa a ser fluido, sin contradicciones, libre, pero a su vez, controlado
de forma natural. Aunque parezca irreconciliables, se puede mantener emociones
sanas, libres y educadas en los principios del equilibrio.
Antes de
abarcar el siguiente nivel, se ha de organizar e implementar todo lo que hasta
ahora se ha conseguido. Moverse sin limitaciones, con naturalidad, ejercitar la
respiración y energía de manera fluida y constante, sin interrupciones y todo
esto manteniendo una emoción pacificada y serena, acorde con el conjunto.
El próximo
nivel de aplicación de los principios es a nivel mental: dentro-fuera del
cuerpo, de la energía y de las emociones; lleno de conocimientos, pero vacío de
pensamientos, dirigiendo todo lo hasta ahora conseguido. Firmeza, resolución y
claridad.
Cuando se haya
integrado todo, entonces sí que podremos afirmar que no solo practicamos TaiChi
Chuan, sino que entrenamos el arte de la sublimación, el arte de Vivir, entrenaremos la
conciencia de lo UNO. Ya no existe un fuera-dentro, alto-bajo, fuerte-flexible.
Sólo existe TAO.