domingo, 14 de octubre de 2018

LA EMOCIÓN

Cuando se practica Tai Chi Chuan es de gran importancia conocer, comprender y gestionar este elemento, ya que transmite en los movimientos la serenidad necesaria para recrear la belleza y percibir lo sutil.

Es conocido que el entrenamiento de movimientos lentos y fluidos no lo es todo, se debe pacificar la emoción. Muchas personas entienden que la emoción es natural y no se puede forzar, por lo tanto, no se puede cambiar. Por otro lado, sabemos por las numerosas enseñanzas de los antiguos maestros, y su redescubrimiento por la psicología actual, que la emoción se puede educar.

Forzar no es educar, ni educar supone forzar nada. Todo consiste en encauzar adecuadamente lo que brota de forma natural del corazón.

Para pacificar la emoción, se han de resolver primero los conflictos internos. Las dificultades siempre van a estar presentes, pero la forma en que nos afecten puede ser modificada. Los problemas son dificultades no resueltas, depende de nuestra actitud ante ellas para poder pacificar la emoción.

Los accidentes del terreno, como un río o una montaña son sólo eso: un accidente geográfico, no más. La cuestión es que muchas personas hacen de los “accidentes” de la vida un problema, porque no saben tratar con ellos, creen que no disponen de recursos para gestionarlos.  No han despertado aún la capacitación suficiente para abordarlos, y por esta razón (la opinión de incapacidad que tienen de ellos mismos) es por la que se crean un conflicto interno injustificado y fantasma, puesto que se apoya en una base errónea: creer que no pueden hacer nada, entregarse al sentimiento de impotencia.

Existen varias vías para conseguir eliminar o al menos minimizar los conflictos internos y poder pacificar la emoción, aquí solo voy a exponer algunos.

Aceptar de corazón lo que ocurra, lo que habíamos planificado sobre la vida es pura fantasía irreal, es querer imponer a la existencia del universo nuestras elucubraciones mentales de simples seres humanos limitados y mortales. Alguien dijo que la vida es lo que te va ocurriendo mientas la estas planificando.

Aceptar no significa cruzarnos de brazos, a eso se le llama derrotismo, abatimiento. Primero aceptas lo que ocurre, si no es así, es imposible poder definir unas pautas que te permitan ver qué recursos tienes para afrontarlo. Aceptas y luego ves qué puedes hacer con lo que tienes, con tus capacidades.

Para aceptar de corazón lo que ocurra primero es necesario cultivar el desapego, el dejar ir lo que no forma parte de ti, lo que no es tuyo y la vida nos ha prestado temporalmente. El verdadero amor va íntimamente ligado al desapego. Cuando el amor desemboca en apego, hemos de estar seguros de que lo que más nos interesa en este mundo somos nosotros mismos, lo que más nos importa es nuestro sufrimiento ante la idea de que podríamos perderlo, y eso está muy lejos del verdadero objetivo del amor que es el bien de lo amado. Cuando sabemos unir desapego y amor, eliminamos buena parte de los conflictos internos.

El otro elemento para poder aceptar lo que sucede es cultivar la confianza, el entregarse libremente a lo que la vida nos tenga preparada, porque, en el fondo de nosotros mismos, algo nos dice que todo será para bien. El problema estriba en que creemos que sabemos, pero como esa premisa es falsa, sufrimos por ello cuando no entendemos de qué va la vida, cuando no comprendemos los sucesos que nos ocurren o que ocurren a otros.

En vez de practicar la confianza en el sistema universal donde todo encaja, porfiamos, queriendo saber más que la propia vida, atribuyéndonos una sabiduría inexistente. Es ridículo. Es como pretender que nuestra limitada conciencia, conocimientos, juicios, pudieran mejorar lo que la vida tiene preparado a cada uno en cada momento, olvidándonos que todo tiene una causa y unos efectos naturales, todo en este universo tiene su “padre” y su “madre” y viene a dar a luz en el momento oportuno. Cuando el “hijo” nacido no nos gusta, queremos eliminarlo, desearíamos que la naturaleza hubiese “abortado” ya que ese hijo no encaja con nuestros planes. Así es como actuamos en la mayoría de los casos. No ser consciente de las causas no significa que no existan.

Cuando entras por primera vez dentro de una gran fábrica industrial, con multitud de personas, maquinarias, ordenadores, vehículos, etc., todo moviéndose en un aparente caos, sin poder reconocer un sentido de las cosas que ves, sin entender nada, te encuentras perdido, no sabes por qué sucede todo lo que percibes, ni en qué orden, no comprendes cómo están enlazadas las diferentes fases, lo que va antes, lo que va después, las dependencias que existen entre las diferentes partes, las interrelaciones que hay entre todos los elementos. Te encuentras literalmente perdido, extraviado, desconcertado, te reconoces ignorante del proceso que estás viendo.

Pues si esto ocurre con una “simple” factoría humana, cómo se puede tener la pretensión de comprender esa otra “factoría de la realidad” que es el universo en todos sus aspectos, los ya conocidos y los aún por conocer. En verdad, es gran atrevimiento juzgar lo que no se conoce. Por lo tanto, dad la bienvenida al presente, a lo que ocurra, al aquí y ahora, pues es lo más natural, es el “hijo” de la vida que ha nacido, no reniegues de él porque no sabes nada de los entresijos del universo, acepta humildemente tu ignorancia y no rechaces lo que ocurre, ¡ábrete!, ¡no te cierres!

Cuando uno interioriza esta serie de realidades, comienza a fluir con la vida, a confiar en que pase lo que pase, es lo mejor, aunque nuestra pequeñez sufra por no poder entenderlo, por no poder abarcarlo ni justificarlo. Somos limitados y así hemos de reconocernos.

Ya, con la aceptación natural del aquí y del ahora, a través del desapego en una mano y de la confianza en la vida en la otra, hemos dado un salto gigante en la obtención de la emoción pacificada.
 
Aquí no ha habido manipulación en los sentimientos, sencillamente educación.

Ahora germinará la Paz y la Belleza que te permitirán transmutar tus evoluciones del Tai Chi Chuan en el Arte del Cambio y de la Transformación.

Ya eres suave y fluido por fuera y por dentro, ya has limado las aristas de tu interior. Te has convertido conscientemente en parte de la Naturaleza, fluyendo con ella, no en contra de ella.

martes, 9 de octubre de 2018

LA RESPIRACIÓN

La respiración es uno de los aspectos más invisibles de todos para la mayoría de las personas. Esto se debe a la falta de consciencia que tenemos sobre ella, a la poca atención que le dedicamos. Es la gran desconocida.

Puede parecer que al decir que debemos aprender a respirar nos sobrevenga la risa irónica que denota ignorancia sobre el tema: “¿acaso no sabemos respirar? hubiéramos muerto ya si no supiéramos.”

Respirar, respiramos, pero deja mucho que desear la calidad de la respiración, no sabemos sacarle partido, la usamos de forma superficial y normalmente entrecortada. Casi siempre respiramos con el tórax.

En este sencillo artículo no vamos a detallar las técnicas de respiración, para eso ya hay numerosas fuentes en las que consultar. Vamos a intentar trascenderlas para que nos ayude y colabore en la transformación interior.

Es interesante observar la respiración de forma natural, libre de estrés, deseos, expectativas, temores o rencores. Cuando en la respiración trabaja el diafragma, relajándose y expandiéndose hacia abajo, trasmitimos un masaje interno a los órganos que se encuentran debajo, simplemente por presión.

Cuando se lleva a cabo este masaje al hígado, al estómago, al bazo, al páncreas, al intestino delgado y al grueso sobreviene un maravilloso estado de bienestar general que, en algunos casos en los que se acumula grandes tensiones, revierte en somnolencia por relajación, no por sueño.

Al principio no se debe provocar una respiración profunda, hay que ir calmándola poco a poco, como a un bebé que está agitado y llora. Cuando está aquietada, ya se puede dar paulatinamente la profundidad necesaria.

Percibe tu propia respiración como si fuera el movimiento de las olas del mar, cuando llega la ola expiras, cuando retrocede, inspiras. Así continuamente. Tú eres la naturaleza. El ritmo sereno y a la vez enérgico, no se da solamente en las olas, sino también en tus ciclos respiratorios. Participa conscientemente de tu naturaleza, identifícate con el mar.

Cuando ya dominas estos pasos previos, el uso que se puede hacer es variadísimo. Nosotros vamos a trabajar el aspecto de la transformación interior.

Para ello vamos a fijar el objeto de nuestra concentración en la mente con claridad y nitidez, y en el corazón con amor. Podríamos coger, por ejemplo, la Paz. Previamente y con la ayuda de la respiración, el cuerpo se ha quedado relajado, “abierto” y “poroso”, no hay escudos, no hay temores, no hay retos, está Yin, listo para recibir. Tu cuerpo se abre, se relaja profundamente.

En la inspiración definimos claramente la Paz con la mente y con el corazón sentimos profundo amor hacia la Paz. Con la expiración, introducimos esta experiencia en nuestras fibras más profundas, la hundimos en nuestro cuerpo, la condensamos en nuestros huesos, nos identificamos plenamente, como si ya formara parte de nuestra naturaleza, de nuestro ADN. Con cada respiración nos volvemos más “paz”, nos vamos transformando internamente.

Con la práctica continuada seremos uno con la Paz.

Volver a vivir el proceso hasta que se consiga la naturalidad adecuada y la profundidad necesaria del estado al que nos hemos transmutado.

lunes, 1 de octubre de 2018

LA VOLUNTAD

Se podría definir de manera sencilla como una especie de concentración, pero no solamente a nivel mental, sino más global, una concentración de la acción en su conjunto, integral, que implica utilizar todos los recursos disponibles para la obtención de una meta.

Este aspecto es capaz de desarrollar todos los demás. Es tan importante comprender la esencia invisible de esta variedad de concentración que llamo voluntad, que sin esta aprehensión interna, es prácticamente imposible conseguir nada.

Es complicado establecer unas nociones comunes a través de simples palabras que no llegan a expresar el alma y la esencia de la voluntad. Por este motivo, usaré metáforas y ejemplos afines en otras áreas más asequibles y específicas, donde el margen de mal interpretación sea menor, aunque nunca llegará a ser nulo. Obviemos las etiquetas, una vez que se aprese el sentido de su esencia, cada uno le puede dar la que desee. El frasco no hace cambiar el contenido.

Lo que coloquialmente denominamos voluntad pasa por ser un alto grado de deseo, del querer. Solemos hablar de fuerza de voluntad y por ello entendemos fuerza de empeño para conseguir algo que no tenemos. Voluntad es focalizar la acción en una dirección.

¿Se puede entrenar la voluntad? Inicialmente puede parecer que no, puesto que al ser el motor que empuja todo, si no lo tenemos desde principio, no podríamos usarla ni siquiera para entrenar. Nadie nos puede imponer que la tengamos, pero sí pueden provocar que la hagamos aparecer. Entonces, ¿a qué esperar el estímulo externo para hacerla nacer?

Usamos la voluntad para finalizar unos estudios, conseguir un trabajo, superar una dificultad, etc. Es usando la pequeña voluntad humana, que se aprende a desarrollar su verdadero poder. No nace por imposición, sino por convencimiento interno, va desde dentro hacia fuera.

Luego, en última instancia, vemos que sí se puede educar y hacer crecer.

La verdadera Voluntad tiene tintes de impulso, de bravura, de coraje, pero no se queda aquí. Se lanza a conseguir lo que no tiene, lo que no ve, lo que aún no es. Saca de la zona de confort y lleva a terrenos desconocidos. Su antítesis es la pereza y el conformismo.

También tiene el aroma de la perseverancia, de la resolución, de la firmeza y de la constancia.

Cuando dirige a la mente y a la emoción, como un conjunto indisoluble, se realiza la maravilla de la creación.

La Voluntad usa de la disciplina, sobrevive al tiempo, a las dificultades, a la ignorancia, lo traspasa todo para conseguir su finalidad.

La mayoría de los seres humanos aún no la hemos despertado en su verdadera dimensión, tenemos voluntades pequeñas que se suelen torcer con el primer revés de la vida. La real Voluntad yace dormida en lo más profundo de nuestra esencia y una vez que se activa nada puede desviarla.

Más que entrenarla, lo que cabe es despertarla y fortalecerla comenzando desde nuestra pequeña voluntad humana. Cuando decidimos poner en marcha la voluntad hemos de hacerlo invocando la armonía con el resto de seres, no debiéramos caer en la tiranía de imponer nuestra voluntad al resto del mundo, rompiendo los planes y esquemas que ya estén en curso para otras partes del universo, debemos evitar chocar con otras voluntades puestas en acción, es necesario encontrar la sintonía y la armonía con las de los demás.

Una vez sincronizada nuestra voluntad con la vida, deberíamos vivir la realidad de que ya no hay vuelta atrás, las demás opciones desaparecieron, tu vida ya ha cambiado y no volverá a ser la misma, sin apego a lo anterior, libérate con la fuerza de saber que lo vas a conseguir con toda seguridad, porque ahora ya estás usando la fuerza del universo en armonía con el resto de seres.

La Voluntad funciona como un imán que alinea todo nuestro ser en pos del objetivo que hay tras ella.

Al no poderse imponer a nadie que tenga voluntad, la labor consiste en hacerla surgir de forma natural desde dentro. De no ser así, estaríamos intentando obtener una imagen holográfica de la voluntad a través de elementos como la disciplina. Es muy diferente que la disciplina tire inicialmente para invocar el nacimiento de la verdadera reina, la Voluntad, a que ésta tire de la disciplina para poder cumplir su objetivo. Lo primero puede sucumbir, lo segundo tiene el éxito asegurado.

Quien se acerca al mundo del Tai Chi Chuan, normalmente no lo hace por voluntad, sino por probar. Si algo de este maravilloso mundo le llega a tocar su fibra interna, entonces se impone una disciplina de horario y esfuerzo. Como esto por sí solo tampoco es válido, necesita echar mano del aspecto perseverancia y constancia en el tiempo. Si se profundiza lo necesario con estos elementos es posible despertar alguna vez la verdadera Voluntad.

En el universo del Tai Chi Chuan, los movimientos y proyecciones se realizan por pura voluntad. La realidad consiste en desarrollar la intención hacia todo aquello que se hace, tanto lanzando el Qi, como esquivándolo, ya sea alzándolo, girándolo o hundiéndolo. Todo se ejecuta acoplando la Voluntad a la esencia de cada momento, unificándolo en un todo armónico y sin fisuras. Voluntad en recrear la Esencia. Nada se hace por rutina, nunca se realiza por cumplir con el patrón de movimientos del estilo que practiquemos.

Antes, se podría decir que la práctica de este Arte era un pasatiempo, ahora ya no, porque la Voluntad lo ha atravesado por completo y lo ha alineado todo, desde el cuerpo, la respiración, las emociones, la mente, su forma de vida, de conexión con los demás, de alimentarse, de descansar, etc.. Todo está imantado por la Voluntad..

La Voluntad y la verdadera Aspiración van de la mano. Busca tu Anhelo dentro de ti, haz silencio y deja de oír lo que te dicen desde fuera, deja de oír también lo que tus pensamientos te dicen, sigue sólo a tu Conciencia. Mantén silencio hasta que aparezca la Aspiración de tu vida, refulgente como un sol que da sentido a tu existencia.

Cuando se atisba la real naturaleza de la esencia de la Voluntad, percibimos que tiene una fuerza más allá de lo humanamente comprensible.

Esa fuerza, cuando la enfocamos mediante la adecuada atención y la correcta concentración, produce maravillas, transforma tu ser, trasmuta el mundo y el universo que te rodea.

Medita y conecta con la esencia de la Voluntad, aprenderás a usar su fuerza y verás que no es de este mundo, que es mucho más fuerte que tú y proviene de las profundidades del universo.