El
desarrollo de la fuerza no siempre va acompañando al de la capacidad. La
primera imagen que se nos viene a la mente cuando pensamos en la fuerza es la
de unos poderosos músculos que pueden con todo.
Fuerza
y poder van de la mano, pero entendiéndose este último correctamente. La Fuerza
da capacidad para poder hacer, que no es lo mismo que saber hacer.
La
fuerza da empuje, pero eso no basta. La fuerza no tiene ojos, no sabe del
sentido de la oportunidad, ni de la proporcionalidad, ni es inteligente. Lo que
la mayoría de personas busca sin saberlo es “saber empujar” y no solo “poder
empujar”, “saber hacer” más que “poder hacer”.
Fuerza,
Poder, Capacitación, son tres conceptos que no siempre se tienen claramente
definidos.
El
Poder de realizar algo es la consecuencia a la que se puede llegar por dos
vías: la de la fuerza o la de la capacitación. La fuerza se puede contemplar
como una especie concreta de capacitación, pero ésta es mucho más vasta y
grandiosa que la simple fuerza.
Lo
que en verdad anhelamos es la capacitación de nuestro ser. Quien tiene la
capacidad, tiene la oportunidad de actuar, por lo que, consecuentemente,
dispone de la fuerza necesaria para ello.
La
confusión de estos términos es general ya que desde hace muchísimo tiempo se
viene rindiendo culto al más fuerte y no al más capaz.
Quien
alcanza la capacidad, alcanza la fuerza; quien solamente posee fuerza, necesita
también de grandes dosis de inteligencia y de amor.
Cuando
una persona se siente fuerte, no es porque se sepa musculosa y fornida, sino
porque se percibe a sí misma capaz de afrontar el reto que tenga por delante.
La
capacitación en el Arte del Tai Chi Chuan es un resultado natural al que se
llega cuando se logra desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar al
oponente: concentración, equilibrio, emoción pacificada, respiración profunda,
mente aquietada y serena, conciencia despierta y diáfana.
En
verdad, el no disponer de estos recursos en nuestro interior nos convierte en el
verdadero y real oponente, ya no es esa persona o dificultad que la vida nos presenta.
El verdadero reto es poder manifestar nuestras habilidades.
La
capacitación para la vida real no exige que seas perfecto. En la transformación
interior se va acuñando, poco a poco, la certeza de sentirnos capaz de
gestionar aquello que nos sale al encuentro, ni más, ni menos.
Hemos
aprendido ya mucho del Tai Chi Chuan, sus principios, sus aspectos, su esencia.
Todo ello lo hemos trascendido con la meditación, encontrando la misma naturaleza,
los mismos principios en diferentes vasijas.
Cuando
esto se logre, no solo podremos plasmar la armonía y la belleza a través del
cuerpo mientras practicamos Tai Chi Chuan, sino, lo que es mucho más
importante, habremos alcanzado la capacidad de poder materializar esa armonía y
belleza a través de nuestro ser integral cuando actuemos en la vida cotidiana.
Ser
capaz no es ser el mejor, tan solo indica que puedes solventar las dificultades
que van apareciendo.
Una
persona no es justa sino que logra realizar actos de justicia; no es buena,
sino que actúa con actos de bondad. No somos ninguna etiqueta, no se nos puede
encorsetar definiciones como bueno o malo, justo o injusto, valiente o cobarde.
En
esencia somos un misterio de la Vida que va mucho más lejos y más profundo que
todas las definiciones. El concepto de lo perfecto sólo está en nuestra mente,
es un Arquetipo, en la vida cotidiana tan sólo existen momentos bellos,
armoniosos y acabados en sí mismos. Yo los llamo instantes de completura y
plenitud.
Cuando
te vas capacitando, vas creciendo, te vas expandiendo en consciencia, en recursos,
en inteligencia, en amor, paciencia, agilidad, fuerza, flexibilidad… todo se
expande en ti, eres como una estrella fulgurante rebosante de capacidades. Todos
tus momentos serán completos y plenos.
No
busques la fuerza, encuentra la capacitación y todo lo demás vendrá por
añadidura.