domingo, 11 de agosto de 2019

PAZ


En el mundo del Tai Chi Chuan se puede experimentar la Paz que emana el maestro cuando realiza los movimientos. Su serena belleza manifiesta el Arquetipo de la Armonía aquí en la tierra, como si fuera un mandala viviente que construye belleza y después la destruye, para volver a crear otras bellezas y así sucesivamente, en un acto de total desapego por la forma, pero de total enraizamiento con el mundo de los Arquetipos.

Varias son las vías que llevarán al maestro al estado de Paz, pero pocas tan claras y diáfanas como el cultivo de la confianza, la plenitud y el desapego. Pero veámoslo un poco más de cerca.

La PAZ está en boca de todos y prácticamente en el corazón de nadie. Realmente es anhelada por muchos, pero no saben cómo llegar a ella, corren tras la Paz, pero cada vez se alejan más y más. La expresión que nace del interior es:
“YO DESEO PAZ”

Lo que te aparta de ella.

Aunque esta es la afirmación general, la paz no se puede encontrar porque va precedida de dos enormes muros infranqueables que hacen incompatibles su acceso: “YO” y “DESEO”. Estas son dos razones por las que no se consigue acceder a la Paz.

En primer lugar hay que aclarar que este bendito estado del alma se encuentra en oposición con el “yo”, con el culto al ego. Éste busca saciarse por el simple hecho de que siempre está vacío. En verdad, el ego no existe, es humo, niebla, ilusión de los sentidos, por eso buscamos elementos en la creencia de que le van a otorgar esa plenitud que no tiene. Por otro lado, el ego es inseguro, caprichoso, volátil y efímero. Para el ego todo está fuera, porque dentro no existe nada. El ego recoge todo lo que le rodea para crecer, inflándose cada vez más y alejándose constantemente de la paz.

El ego tan sólo es necesario hasta el momento en el que comprendemos que no es capaz de dirigirse por sí mismo hacia la Paz. Es entonces cuando debemos desapegarnos de él.

Como consecuencia del culto al ego, la Paz también se encuentra en oposición con el deseo. Quien desea lo que no tiene, no encuentra serenidad ya que está en desequilibrio. Cuando halla el objeto de su deseo teme perderlo y tras un corto periodo de tiempo vuelve a sentir vacío, ansiedad y desasosiego, por lo que tampoco sabe mantener la Paz.

Cuando tu poder y tu control los entregas en manos del ego, estarás entorpeciendo la llegada de la tan anhelada Paz. Es como si quisieras ir con tu vehículo a una ciudad concreta, pero dejas que conduzca otra persona diferente de ti que desconoce el camino, ¿podrás llegar alguna vez a esa ciudad?, nadie lo sabe, posiblemente nunca.

Con esta actitud, la ciudad de la Paz Interior se nos escapa constantemente porque quien conduce no sabe llegar hasta ella.  Quitemos el control y el poder a quien no conoce el camino.

Lo que te acerca a ella.

Como la Paz no puede cambiar su naturaleza para poder acercarse hacia nosotros, quienes realmente estén interesados en conseguirla, deben extirpar de su interior lo que hay allí que la espanta y la repele. Debemos realizar cambios profundos en nuestra naturaleza para acompasarla con ese estado de bienaventuranza tan anhelado.

La Paz Interior es la consecuencia natural del direccionamiento de ciertos pasos previos dados en el sentido correcto. No podemos conquistarla porque es esquiva a cualquier intento del deseo. No podemos apresarla porque es más sutil que el aire. Toda acción por tenerla es contraproducente ya que no se puede contener, no se puede asir, no se puede coger, hay que introducirse en ella.

Como la Paz es tan superior al ego, no cabe comparación, todo esfuerzo que nazca de él es infructuoso. Lo único que éste puede hacer es prepararse para ser nido, templo de esta divina Paz y mantenerse quieto, sin hacer ruido, esperando que llegue el momento a su debido tiempo. Se ha de tener precaución de no estallar de alegría cuando ésta aparezca, porque la ahuyentaremos.

Las ramas que conforman el nido o los pilares del templo donde viene a posarse la Paz son los siguientes.

La gratitud, como sentimiento natural que brota del corazón por el solo hecho de existir y disponer de algún grado de conciencia. Gratitud sin pedanterías, sin motivaciones que la usen como moneda de cambio, esto es lo que hacemos si las cosas nos van bien, de lo contrario no lo haríamos. Esta no es la gratitud de la que hablo. Agradecer la vida, agradecer los momentos, vivir con la actitud de dar gracias por todo. Quien vive instalado en este sentimiento de dar va bien encaminado.

La confianza en que todo, al final, será para bien. El universo y sus leyes van más allá de los pequeños, efímeros e imperfectos límites que impone la menta humana cuando juega a hacer leyes, a creer que conoce y controla. Confianza no significa saber los detalles, sino aceptar la grandiosidad del sistema universal, del plan general al que no se le escapa nada sencillamente porque todo está contenido en él. Nada se pierde ni está desconectado, la armonía subyace en todo y los valores personales o humanos no son nada para enjuiciar los procesos universales. Descansa en la confianza de que todo tiene su padre-madre y nada viene al azar. Descansa en la confianza que todo lo que generes, aunque ya no estés en este mundo, tendrá su repercusión. Por lo tanto, confía en aquello que recibes del universo y sé consciente de lo que lanzas en él, porque será causa de consecuencias futuras.

La plenitud es un sentimiento que no podemos recrear acumulando objetos, sean de la índole que sean, materiales, emocionales o mentales. La plenitud nace en el seno del sentimiento de saciedad. Hasta que dejemos de dar pasos dirigidos a obtener y adquirir, no conoceremos la naturaleza de la plenitud. Estos pasos han de estar orientados por la saturación, no como imposición interna para conseguir una mayor perfección. Cuando llegas a la plenitud reconoces que no te hace falta nada de fuera, no solicitas nada a ningún ser porque todo está en tu hogar, en ti,  tú ya lo sabes y lo puedes vivir, de alguna manera.

Como consecuencia natural del sentimiento de plenitud, nace el desapego. Quien se siente pleno ya no se ata a nada, desconoce aquello que pueda desestabilizarlo, y en estas condiciones no se desarrollan el deseo, ni el ego, por lo que la Paz ya está cercana.

El amor, no como sentimiento humano, personal, pequeño e imperfecto, sino como la expresión de comunión, de unión con todo. La clave del amor está en la capacidad de dar, poniendo especial cuidado en no caer en una actitud de imposición, vigilando siempre el grado de aceptación por parte de los demás. Podemos dar lo que tenemos nosotros y no aquello que no nos pertenece, por lo tanto urge tener suficientes recursos internos como para poder ofrecer una extensa gama de servicios.

Los actos que dejamos en esta vida, las palabras que pronunciamos, los sentimientos que emitimos deberían de ser de tal naturaleza que cuando echemos la mirada hacia atrás, nos lleve a un estado de conciencia tranquila y serena, sin remordimientos, por lo que habremos de adaptar nuestro comportamiento a esa mirada desde un futuro no tan lejano. Procura mantener tu conciencia tranquila. No te culpes de lo que no sabías, no debas nada a nadie, no culpes a nadie de lo que sucede, tan solo rectifica cuando no eres la mejor expresión de ti en cada momento de tu vida. Si miras hacia tu pasado y lo ves lleno de actos de siembra, de amor, de gratitud, de confianza, de plenitud, estarás en la antesala de la Paz.

Cuando vuelvas la mirada hacia atrás, veas tus pasos en el sendero y observes las semillas que lanzaste en el campo del universo de la vida…
… la paz se estará aproximando.

Cuando no reconozcas enemigo alguno, sino maestros allá donde mires…
… la paz se estará aproximando.

Cuando no veas en tus errores o en los errores de los demás sino meros accidentes propios del sendero, de conciencias dormidas, sin sentimiento de culpa por parte tuya o de rencor hacia los demás…
… la paz se estará aproximando.

Cuando dejes de temer, confiando plenamente en lo que la Vida tenga planeado para ti y los tuyos, con la certeza, de corazón, de que todo será para bien, de que sabrás sacarle provecho a todo…
… la paz se estará aproximando.

Cuando ya no desees estar en lado alguno, sino participar constantemente de ti mismo, habrás descubierto que eres la fuente de toda bienaventuranza, entonces…
… la paz ya está muy cerca.
Cuando llegues al final y tu último deseo sea NO DESEAR…
… la paz está ya anidando en ti,
… ha entrado en el templo que le has construido.

Es entonces cuando lo entenderás todo, confiarás en todo, penetrarás en todo y la armonía se abrirá en tu Ser, radiante, serena.

Ya no pedirás nada a nadie, nada al mundo, no solicitarás ni siquiera que te comprendan, porque ya no necesitarás la comprensión de los demás, la aprobación de otros, la estimación ajena. Te llenarás de Ti.

En este estado ya no requieres ni deseas nada porque has descubierto que todo está en tu interior, que no falta nada, que todo es perfecto, bello, completo y esférico.

Bendita Paz Interior que llega por su camino natural y te empapa cual lluvia divina que cala el alma.
La Paz no se conquista, te encuentra en el momento oportuno cuando vas por el sendero correcto.