En el mundo del Tai Chi Chuan se puede experimentar la Paz que emana el maestro
cuando realiza los movimientos. Su serena belleza manifiesta el Arquetipo de la
Armonía aquí en la tierra, como si fuera un mandala viviente que construye
belleza y después la destruye, para volver a crear otras bellezas y así
sucesivamente, en un acto de total desapego por la forma, pero de total
enraizamiento con el mundo de los Arquetipos.
Varias
son las vías que llevarán al maestro al estado de Paz, pero pocas tan claras y
diáfanas como el cultivo de la confianza, la plenitud y el desapego. Pero
veámoslo un poco más de cerca.
La
PAZ está en boca de todos y prácticamente en el corazón de nadie. Realmente es
anhelada por muchos, pero no saben cómo llegar a ella, corren tras la Paz, pero
cada vez se alejan más y más. La expresión que nace del interior es:
“YO DESEO PAZ”
Lo que te aparta de ella.
Aunque
esta es la afirmación general, la paz no se puede encontrar porque va precedida
de dos enormes muros infranqueables que hacen incompatibles su acceso: “YO” y “DESEO”.
Estas son dos razones por las que no se consigue acceder a la Paz.
En
primer lugar hay que aclarar que este bendito estado del alma se encuentra en
oposición con el “yo”, con el culto al ego. Éste busca saciarse por el simple
hecho de que siempre está vacío. En verdad, el ego no existe, es humo, niebla,
ilusión de los sentidos, por eso buscamos elementos en la creencia de que le van
a otorgar esa plenitud que no tiene. Por otro lado, el ego es inseguro,
caprichoso, volátil y efímero. Para el ego todo está fuera, porque dentro no
existe nada. El ego recoge todo lo que le rodea para crecer, inflándose cada
vez más y alejándose constantemente de la paz.
El
ego tan sólo es necesario hasta el momento en el que comprendemos que no es
capaz de dirigirse por sí mismo hacia la Paz. Es entonces cuando debemos
desapegarnos de él.
Como
consecuencia del culto al ego, la Paz también se encuentra en oposición con el
deseo. Quien desea lo que no tiene, no encuentra serenidad ya que está en
desequilibrio. Cuando halla el objeto de su deseo teme perderlo y tras un corto
periodo de tiempo vuelve a sentir vacío, ansiedad y desasosiego, por lo que
tampoco sabe mantener la Paz.
Cuando
tu poder y tu control los entregas en manos del ego, estarás entorpeciendo la
llegada de la tan anhelada Paz. Es como si quisieras ir con tu vehículo a una
ciudad concreta, pero dejas que conduzca otra persona diferente de ti que
desconoce el camino, ¿podrás llegar alguna vez a esa ciudad?, nadie lo sabe,
posiblemente nunca.
Con
esta actitud, la ciudad de la Paz Interior se nos escapa constantemente porque
quien conduce no sabe llegar hasta ella.
Quitemos el control y el poder a quien no conoce el camino.
Lo que te acerca a ella.
Como
la Paz no puede cambiar su naturaleza para poder acercarse hacia nosotros,
quienes realmente estén interesados en conseguirla, deben extirpar de su
interior lo que hay allí que la espanta y la repele. Debemos realizar cambios
profundos en nuestra naturaleza para acompasarla con ese estado de
bienaventuranza tan anhelado.
La
Paz Interior es la consecuencia natural del direccionamiento de ciertos pasos
previos dados en el sentido correcto. No podemos conquistarla porque es esquiva
a cualquier intento del deseo. No podemos apresarla porque es más sutil que el
aire. Toda acción por tenerla es contraproducente ya que no se puede contener,
no se puede asir, no se puede coger, hay que introducirse en ella.
Como
la Paz es tan superior al ego, no cabe comparación, todo esfuerzo que nazca de
él es infructuoso. Lo único que éste puede hacer es prepararse para ser nido,
templo de esta divina Paz y mantenerse quieto, sin hacer ruido, esperando que
llegue el momento a su debido tiempo. Se ha de tener precaución de no estallar
de alegría cuando ésta aparezca, porque la ahuyentaremos.
Las
ramas que conforman el nido o los pilares del templo donde viene a posarse la
Paz son los siguientes.
La
gratitud, como sentimiento natural que brota del corazón por el solo hecho de
existir y disponer de algún grado de conciencia. Gratitud sin pedanterías, sin
motivaciones que la usen como moneda de cambio, esto es lo que hacemos si las
cosas nos van bien, de lo contrario no lo haríamos. Esta no es la gratitud de
la que hablo. Agradecer la vida, agradecer los momentos, vivir con la actitud
de dar gracias por todo. Quien vive instalado en este sentimiento de dar va
bien encaminado.
La
confianza en que todo, al final, será para bien. El universo y sus leyes van
más allá de los pequeños, efímeros e imperfectos límites que impone la menta
humana cuando juega a hacer leyes, a creer que conoce y controla. Confianza no
significa saber los detalles, sino aceptar la grandiosidad del sistema
universal, del plan general al que no se le escapa nada sencillamente porque
todo está contenido en él. Nada se pierde ni está desconectado, la armonía
subyace en todo y los valores personales o humanos no son nada para enjuiciar
los procesos universales. Descansa en la confianza de que todo tiene su
padre-madre y nada viene al azar. Descansa en la confianza que todo lo que
generes, aunque ya no estés en este mundo, tendrá su repercusión. Por lo tanto,
confía en aquello que recibes del universo y sé consciente de lo que lanzas en
él, porque será causa de consecuencias futuras.
La
plenitud es un sentimiento que no podemos recrear acumulando objetos, sean de
la índole que sean, materiales, emocionales o mentales. La plenitud nace en el
seno del sentimiento de saciedad. Hasta que dejemos de dar pasos dirigidos a
obtener y adquirir, no conoceremos la naturaleza de la plenitud. Estos pasos
han de estar orientados por la saturación, no como imposición interna para
conseguir una mayor perfección. Cuando llegas a la plenitud reconoces que no te
hace falta nada de fuera, no solicitas nada a ningún ser porque todo está en tu
hogar, en ti, tú ya lo sabes y lo puedes
vivir, de alguna manera.
Como
consecuencia natural del sentimiento de plenitud, nace el desapego. Quien se
siente pleno ya no se ata a nada, desconoce aquello que pueda desestabilizarlo,
y en estas condiciones no se desarrollan el deseo, ni el ego, por lo que la Paz
ya está cercana.
El
amor, no como sentimiento humano, personal, pequeño e imperfecto, sino como la
expresión de comunión, de unión con todo. La clave del amor está en la
capacidad de dar, poniendo especial cuidado en no caer en una actitud de
imposición, vigilando siempre el grado de aceptación por parte de los demás.
Podemos dar lo que tenemos nosotros y no aquello que no nos pertenece, por lo
tanto urge tener suficientes recursos internos como para poder ofrecer una
extensa gama de servicios.
Los
actos que dejamos en esta vida, las palabras que pronunciamos, los sentimientos
que emitimos deberían de ser de tal naturaleza que cuando echemos la mirada
hacia atrás, nos lleve a un estado de conciencia tranquila y serena, sin
remordimientos, por lo que habremos de adaptar nuestro comportamiento a esa
mirada desde un futuro no tan lejano. Procura mantener tu conciencia tranquila. No te culpes de lo que no sabías, no
debas nada a nadie, no culpes a nadie de lo que sucede, tan solo rectifica
cuando no eres la mejor expresión de ti en cada momento de tu vida. Si miras
hacia tu pasado y lo ves lleno de actos de siembra, de amor, de gratitud, de
confianza, de plenitud, estarás en la antesala de la Paz.
Cuando
vuelvas la mirada hacia atrás, veas tus pasos en el sendero y observes las
semillas que lanzaste en el campo del universo de la vida…
… la paz se estará
aproximando.
Cuando
no reconozcas enemigo alguno, sino maestros allá donde mires…
… la paz se estará aproximando.
Cuando
no veas en tus errores o en los errores de los demás sino meros accidentes
propios del sendero, de conciencias dormidas, sin sentimiento de culpa por
parte tuya o de rencor hacia los demás…
… la paz se estará aproximando.
Cuando
dejes de temer, confiando plenamente en lo que la Vida tenga planeado para ti y
los tuyos, con la certeza, de corazón, de que todo será para bien, de que
sabrás sacarle provecho a todo…
… la paz se estará aproximando.
Cuando
ya no desees estar en lado alguno, sino participar constantemente de ti mismo,
habrás descubierto que eres la fuente de toda bienaventuranza, entonces…
… la paz ya está muy
cerca.
Cuando
llegues al final y tu último deseo sea NO DESEAR…
… la paz está ya
anidando en ti,
… ha entrado en el templo
que le has construido.
Es
entonces cuando lo entenderás todo, confiarás en todo, penetrarás en todo y la
armonía se abrirá en tu Ser, radiante, serena.
Ya
no pedirás nada a nadie, nada al mundo, no solicitarás ni siquiera que te
comprendan, porque ya no necesitarás la comprensión de los demás, la aprobación
de otros, la estimación ajena. Te llenarás de Ti.
En
este estado ya no requieres ni deseas nada porque has descubierto que todo está
en tu interior, que no falta nada, que todo es perfecto, bello, completo y
esférico.
Bendita
Paz Interior que llega por su camino natural y te empapa cual lluvia divina que
cala el alma.
La
Paz no se conquista, te encuentra en el momento oportuno cuando vas por el
sendero correcto.